Color

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La mañana anterior al celo, decidieron salir de la habitación buscando un poco de aire fresco en el jardín donde comieron y pasaron tiempo juntos.

La marca de Jimin estaba cubierta por una cafarena de cuello alto, no por vergüenza, solamente sentía que no era algo que podía compartir con todos, quería privacidad para su vida en pareja.

Al medio día, Jungkook tuvo que ayudar a su padre en un asunto de importancia dejándole unas horas libres, y sin saber que hacer, terminó pidiéndole a un chófer que lo llevara a un centro comercial donde compró algunas prendas que le gustaron y accesorios que pudiesen combinar.

—Esta tarjeta es infinita. ¿No quieres comer algo?—le preguntó al guardia que lo acompañaba.

—No es correcto, alteza.

—Todavía no me caso con el príncipe, no debes llamarme de esa forma.—se quejó el menor.

—Su alteza, el príncipe, pidió que todos los empleados se dirijan hacia usted como si su compromiso estuviese consumado.

—Él es un tipo bastante formal.

Volvió a prestar atención hacia el pasillo hasta que algo llamó su atención.

—¿Tienes tiempo?—preguntó nuevamente al hombre robusto.

—Este es mi trabajo, alteza.—respondió él con seriedad.

—Prepárate para el día más aburrido de tu vida.—volvió a decir antes de entrar a un Salón de Belleza.—Quiero que mi cabello sea rubio.—pidió rápidamente al encontrarse con una mujer que esperaba por atenderlo.

Después de cinco horas y veinte llamadas perdidas de su novio, su cabello estaba listo para ser admirado.

—El príncipe va a matarme.—murmuró el guardia, que había ignorado cada llamada de Jungkook a pedido de Jimin.

—No te preocupes, le llamaré ahora, pero antes debes decirme si me veo bien.

—Definitivamente, el rubio es su color.—respondió.

—Buena respuesta.

Durante el camino, se contactó con el menor y le explicó la razón por la que no había logrado contactarse.

—¡Esto es el colmo! ¡No puedes ignorar mis llamadas, Jimin! Necesito que por lo menos me digas que estás bien, un maldito mensaje.

—¿Por qué estás tan enojado? Ya estoy llegando al palacio, no hice nada malo.

—Escucha, no desconfío de lo que hagas, pero es importante saber dónde estás porque no eres un ciudadano común, muchas personas pueden querer atentar contra tu vida. ¿Comprendes?

—Está bien, he entendido. Es razonable, lo lamento.— Debía reconocer que Jungkook tenía un punto.

—¿Color?—interrogó refiriéndose su cambio de color de cabello.

—Te veo en casa.

Jimin cortó la llamada y guardó el teléfono para evitar ver los mensajes desesperados que el pelinegro le enviaría.

La tarde noche había comenzado a presentarse y poco a poco sentía como los cambios en su cuerpo comenzaban a notarse, un ligero cambio de temperatura corporal y el olor un poco más dulce de lo normal.

Las puertas a la entrada lateral del palacio se abrieron y el auto avanzó hasta llegar al destino del, ahora, rubio.

—Han sido muy pacientes.—dijo refiriéndose al chófer y al guardia.—Si necesitan un día libre, prometo ayudarles a obtenerlo.—terminó despidiéndose para entrar al palacio.

Al verlo, un par de empleados le ayudaron a cargar las bolsas que llevaba en las manos y se dejó ayudar hasta llegar a la habitación en donde pidió que todo se dejara en la puerta.

—Yo llevaré las bolsas a mi habitación, pueden retirarse.

Su cabello se veía bien, jamás había cambiado el color de su cabello, pero dadas las circunstancias, muchas cosas cambiaron en su vida y una más no haría la diferencia.

Entró al baño y se vio al espejo un momento apreciando su nueva apariencia, se veía bien y aquello lo animaba bastante.

Nunca sintió la necesidad de verse de cierta forma, pero le gustaba la idea de ser un poco más libre decidiendo sobre si mismo, después de todo ya no habría humano en el planeta que tuviese duda de su posición en la cama al presentarse como pareja del príncipe de la gran Corea.

Su reputación entre los omegas había ido al infierno, pero tampoco la necesitaba. Pronto se casaría con un alfa que ya lo había marcado como suyo.

Deberíamos morderle también, seguramente dejará que lo hagamos.

—Confías demasiado en su paciencia y lo permisivo que es cuando se trata de nosotros.

Bueno, no le pedimos demasiado, él va a meter su pene en este cuerpo durante todos los años que se mantenga activo su aparato reproductor.

—Necesito encontrar una forma de callarte.

El olor del alfa llegó a sus fosas nasales unos minutos después de alistarse en el baño con algunas de las cosas que había comprado.

Un sweatter largo con una abertura que simulaba descostura cerca del cuello haciendo que uno de sus hombros se notaran, unos pendientes largos de cadena delgada y un short corto en color marfil, eran aquello que eligió como un buen inicio para modificar su estilo a su gusto.

Definitivamente, ya no saldría de su habitación en una semana, pero quería que Jungkook pudiese verlo, por ello también usó un labial el crema para darle un poco de color a sus labios y a sus mejillas.

—¡Jimin! ¡¿Estás en el baño?!—preguntó el menor intentando forzar la cerradura y el rubio abrió la puerta.

—Si.—contestó saliendo del cuarto de baño.

—¡Lunas! ¡Eres rubio!—exclamó Jungkook acercándose a él.—Te queda precioso, ese color realmente te favorece, aunque estoy seguro que cualquier color lo haría.

Jimin se dejó tocar el cabello y acariciar la piel de su rostro. El alfa se veía sorprendido, jamás pensó que pudiese ver al Luxure Ω sintiéndose cómodo con un estilo más dulce. Él ya se había ganado el título del príncipe lindo, pero vestirse y arreglarse así solo terminaría por darles la razón.

—He sido afortunado desde la primera vez que nos encontramos y pensé que me golpearías.—soltó de repente tomando con sus manos las mejillas de su pareja antes de darle un beso en los labios.—¿En un labial?—preguntó al sentir la cremosidad del cosmético en su boca.

—¿Es bonito?

—Si, amor. Eres bonito.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora