Discusión

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La aceptación sólo había sido el principio de la tortura para Jimin porque Jungkook se había tomado muy en serio la convivencia al punto de no separarse de él.

Si quería ir a su casa, debía avisarle con anticipación para poder ir juntos, si quería salir a hacer compras o solo vivir su vida como normalmente lo hacía, el pelinegro ahí estaría.

El único beneficiado era NamJoon, ya que, el menor terminaba sus pendientes con anticipación para tener tiempo con Jimin.

—Es un poco incómoda esta situación. ¿No creen?—preguntó Taehyung mientras ordenaba unos cuantos cuadros que habían sido comprados en la exposición de ese día.—¿No tienen nada que hacer?

—No.

Jungkook negó automáticamente.

—Si, pero este pegajoso no me va a dejar respirar. Es como un chicle en el zapato, lo juro.—se quejó el mayor de los tres suspirando del cansancio mental que le causaba el príncipe.

—¿Quieres espacio para ir con esos omegas a los que sueles frecuentar?

Y ahí venía otra discusión recurrente. Si por Taehyung fuera, los habría sacado a patadas del lugar, pero Jungkook prometió comprarle el arte más costoso que haya hecho y tenía que soportarlos.

—¿Vas a empezar con eso de nuevo? ¿Quieres que te recuerde que dormimos en la misma cama en la que te acostabas con omegas de compañía, cínico?

La relación entre los dos era complicada y lo poco que se conocían solo incrementaba los problemas de pareja o lo que sea que fueran hasta el momento.

—¡Cambié el puto colchón a petición tuya! La nueva habitación no estará lista en un santiamén, Jimin. Cómprate tres kilos de paciencia y deja de ser tan molesto.

—¡¿Molesto?! Fuiste tú quien ha comenzado con sus celos enfermizos.

—No quieres hablar de este tema, idiota, realmente no quieres hacerlo.—advirtió Jungkook anticipando algunos argumentos sobre las escenas de celos que Jimin le había hecho en poco o menos de un mes.

—¿Me estás amenazando?—cuestionó caminando decidido hacia el más alto que lo esperaba anticipando su reacción.

—Yo no necesito amenazar. No me voy a rebajar a tu nivel, no más. Soy el príncipe de la Gran Corea, una de las naciones más prósperas de toda la Gran Pangea.—alardeó aún sosteniendo la mirada del contrario.

Jimin no quería aceptarlo, pero ese comentario desatinado le había herido el orgullo. ¿Se suponía que así sería su relación de ahí en adelante?

Sabía que tenía el 50% de la culpa, pero Jungkook no paraba de decir tonterías que terminaban por ponerlo de mal humor y empeoraban cualquier ambiente de paz que intentaran construir.

—Esto se acaba aquí, no iba a funcionar de todas formas.—soltó el mayor de forma repentina alarmando a su pareja, quien no pensó que reaccionaría de esa manera.

Ellos siempre discutían y aunque para Jungkook era un buen pasatiempo, para Jimin se convirtió en una situación asfixiante.

—¿A dónde vas?—preguntó tomándolo del brazo.

—Con tu padres, me disculparé con ellos y les daré mis razones. No quiero más esto, me estresa estar junto a ti, estoy cansado de tener que protagonizar una pelea cada día. Quizás para ti es común porque tus padres han vivido siempre en conflicto, pero yo no. Aún con mi carácter, viví en un ambiente lleno de paz donde mi padre me enseñó que el respeto es la base de todo y ninguno de los dos siquiera lo ha intentado.

Taehyung decidió alejarse de ellos entendido que era mejor estar solos.

—¿Estas jugando?—volvió a preguntar.

—Ese es el problema, ves esto como un maldito juego y solo en la cama me respetas para evitar ser atacado.—replicó tomando su cabello entre las manos.—¿Te gustaría este tipo de vida para toda tu vejez? A mi no, yo prefiero morir solo que tener que pelear día con día con un alfa al que no soporto y viceversa.—sentenció quitando su brazo del agarre de Jungkook.

Caminó a la salida del gran salón y se perdió entre los visitantes de la exposición mientras el contrario se había quedado ahí, inmóvil.

—En este momento es cuando vas tras él, solucionan las cosas y son felices para siempre.—dijo una niña sacudiendo una basta de su abrigo.

—No creo que sea así de fácil.—respondió.

—Lo es cuando hay amor. Mi papá decía que no había impedimentos validos para dos personas que se aman.

—Tu papá no conoce a mi novio.

—¡Pensé que estaban casados!—casados exclamó la niña, sorprendida.

—En realidad ni siquiera le pedí ser mi novio en concreto.

—Si yo fuera él, también le hubiera dejado, aún siendo un príncipe.—confesó ella y Jungkook volteó a verla, ahora el sorprendido era él.

—¿Sabes quien soy?—preguntó intrigado, creía que los lentes y el cabello hacia abajo le haría pasar desapercibido.

—Bueno, lo veo cada día en el fondo de mi teléfono, pensaba casarme con usted cuando cumpliera la mayoría de edad, pero viendo lo tonto que es, prefiero pasar de ello.

La pequeña era bastante hiriente y sincera.

—Insolente.

Jimin tomó un taxi que llevó a su departamento y cuando llegó, tomó un par de Snacks de la dispensa para encerrarse en su cuarto hasta que la luna le diera las fuerzas de ir a hablar con los padres de Jungkook.

Su teléfono había timbrado en un par de ocasiones, pero pensando en que tal vez se trataba del mencionado, lo ignoró.

Media hora después tomó el teléfono para verificar y no se trataba de él, era su padre.

Un poco decepcionado, marcó de inmediato al hombre para saludarlo.

—¿Papá? Perdón, no pude responderte. Estuve ocupado. ¿Te encuentras bien?—preguntó intentando sacarse a Jungkook de la cabeza.

—Eso quiero preguntarte yo a ti, Taehyung me dijo lo que sucedió y discúlpalo por inmiscuirme en problemas ajenos, pero se preocupa por ti.

—Lo sé, solo me siento algo abrumado. No llevo ni un mes intentando algo que no va a funcionar papá, estoy cansado y enojado conmigo mismo, la luna se equivocó con nosotros.

—La luna jamás se equivoca, sea como sea, quienes ella nos pone en el camino, nos hacen crecer. Tal vez no como pareja, pero si como personas.

—Entonces, ¿en verdad debo ponerle un fin a esto?

—Eso depende de ti. Yo no puedo opinar demasiado de una relación que jamás he presenciado. Además, ten en cuenta que tu versión y la suya, siempre serán distintas.

—Entiendo.

Permaneció tendido en la cama, sin ánimos y sin una solución a su vida.

—Has estado muy callado hoy. ¿No tienes nada malo que decir?

No vas a obligarme a aceptarlo para luego desistir de él.

—Lo que me faltaba, ahora estás de su lado.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora