Primogénitos

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El camino hacia el palacio fue silencioso, NamJoon supo inmediatamente por la mirada del príncipe que no debía hacer demasiadas interrogantes.

—El día de hoy, su amigo vendrá durante el medio día. A las 3.00 p.m. tiene una reunión programada con su padre en su despacho. Me pidió que le dijera que debía ser puntual porque tiene invitados que se quedarán en palacio durante aproximadamente una semana.—comentó el hombre leyendo sus actividades, podía ser su guardia, pero también organizaba su vida como un asistente personal y le pagaban extra, por lo que no se quejaba.

—Los invitados del rey siempre son aburridos o intentan exprimir mis testículos en busca de un matrimonio forzoso con sus primogénitos, como hace un par de años cuando un amigo de papá quiso unirme con su hijo, un alfa.

NamJoon rio disimuladamente.

—Te estoy viendo.—advirtió el menor.

—No va a negar que fue una situación bastante irrisoria. Aquel almuerzo donde su majestad observaba al muchacho con frecuencia porque según él, su instinto le decía que algo estaba mal con él y todo el palacio, menos su padre, sabía que no era omega o beta.

—Imagina lo vergonzoso que fue para mí cuando me dijo que era alfa y no quería ser penetrado. Sus padres lo obligaron a aparentar y usaron un perfume de omega para poder engatusarme, llevarme a la cama y decir que estaba en cinta, luego traerían algún bebé que pudiera hacerse pasar por mi hijo.—contó con la mano en el pecho.

—Ellos veían muchos dramas.

Jungkook volteó su rostro para mirar por la ventana.

—Es probable que solo hayan estado desesperados, al parecer su compañía se declaró en quiebra hace un tiempo atrás.—suspiró viendo las calles y a la gente pasar.—Aunque es mi destino, después de todo. Debería tomarlo más en serio, ya tengo veinticinco años y todos mis antecesores se casaron como máximo a los veintisiete.

NamJoon volvió su mirada a la figura del príncipe.

—Entonces, ¿piensa seguir con la idea de su padre de buscar un consorte?—preguntó y el pelinegro asintió.

—Soy hijo único, no tengo elección. En ocasiones lamento el no haber tenido hermanos por esa misma razón y se que es egoísta pensar que, de tener hermanos, les dejaría la responsabilidad del trono. Contrario a lo que todos piensan, no me emociona ser rey.—confesó con la mirada perdida en la ciudad.

—Debe prepararse, estamos llegando a palacio.

—Espero que mi nuevo o nueva pretendiente sea agradable.

Antes de bajar, simuló sacar hilos del pecho y su cabeza dejándolos en alguna parte del auto como si se trataran de hilos reales.

Con años estando cerca, NamJoon había aprendido que cuando quería olvidar algún sentimiento o malestar, hacía una especie de ritual donde materializaba su sentir y lo expulsaba de su cuerpo.

—Estoy listo.—expresó cuando un sirviente del palacio abrió la puerta del auto y pudo salir.

Su postura y su personalidad eran completamente distintas al llegar porque todos lo observaban, debía ser amable, pero imponente, tener fuerza y decisión en cada palabra dicha, pero también carisma y humildad. Todo en uno, una mezcla de todas las virtudes y un ejemplo para cualquier persona que lograra acercarse a él.

Jungkook se quedaba en la puerta, solo el príncipe heredero podía entrar y siempre había sido así.

Los únicos momentos en los que podía descansar era estando con NamJoon o en su habitación.

—¡Príncipe Jungkook!—escuchó a lo lejos una voz conocida.—¿No me reconoce?—preguntó una mujer muy animada y el menor volteó de inmediato dándose cuenta de que ella venía tras él.

—Gobernadora So Yul.—saludó al verla, no era grata su visita, pero aparentaba muy bien.

La mujer mayor hizo una reverencia mostrándole respeto a pesar de la edad, por su estatus y él imitó su acción, pero con una ligera reverencia.

—Ya es todo un hombre, alteza. Si me permite decirlo, está listo para casarse.—sonrió tapando su boca para evitar que se vea que había perdido un diente en un accidente molestando a un par de patos de una alberca que terminaron por cansarse de ella y perseguirla hasta que cayó al suelo.

—Creo que todavía puedo esperar un poco más.—respondió fingiendo una sonrisa para acompañar su sarcasmo, pero a la mujer se le borró la sonrisa de inmediato.—Por favor, siéntanse como en casa, tengo una agenda que cumplir, nos vemos.—dijo despidiéndose de ella lo más rápido posible. Cuando estuvo lejos, volvió a dirigirse a ella.—¡Recuerde agradecer por cada atención de los servidores del palacio! ¡Ellos hacen su mejor esfuerzo para que se sienta cómoda!

La rutina del golpe de su escandaloso caminar en el pasillo era un aviso para todo aquel holgazán, que debía volver trabajar de inmediato o tendría problemas, pero para la extranjera que habían traído recientemente, aquella señal era imperceptible porque llevaba audífonos nuevamente.

—Señorita, ¿está usted cómoda?—preguntó el mayor sin notar sus auriculares, pero evidentemente, ella no respondió, siguió dando vueltas con los manteles en mano como si estuviese viviendo una especie de película romántica americana.—¿Me está ignorando?

En una de sus vueltas observó al hijo del rey de pie en la entrada del gran comedor y paró rápidamente sacándose los artefactos electrónicos de los oídos, pero ya había sido demasiado tarde.

—¡Señor Min!—exclamó esperando a que alguno de los empleados que se encontraran cerca del lugar en donde estaba, lo llamara de inmediato, para su suerte, el maestro de la casa estaba cerca.

—¿Alteza?—preguntó acercándose a él.

—¿Despedir a esta señorita por incompetencia cuenta como racismo o discriminación?—El hombre negó sacudiendo la cabeza.

—Aun así, alteza, le pido que tenga piedad con ella. Es sobrina nieta del ayudante general del catering y no entiende casi nada del idioma.—dijo defendiendo a la muchacha.

—Decomisa sus audífonos durante su horario de trabajo o decomisaré yo, su salario y su puesto de trabajo.—advirtió volviendo a su camino habitual.—Sabes que su majestad podría quitarte el trabajo si estuviera en mi lugar por no haberla instruido correctamente.

—Es correcto, lo lamento.

Cuando Jungkook estuvo fuera de su campo de visión, el hombre relajó la espalda y respiró profundamente antes de comenzar a regañar a la empleada de limpieza.

—¡No puedes usar esto! ¡No puedes jugar durante tu horario de trabajo! No molestes al príncipe porque es bastante complicado para mí escuchar su discurso de "a papá no le gustará" cuando él es más quisquilloso que el rey.

Ella no entendía mucho, pero comprendió que había hecho algo muy malo y casi pierde un gran trabajo.

Al llegar a su habitación, se dio un baño y al salir, NamJoon lo esperaba para ir a su despacho.

—¿Sucedió nuevamente, alteza?—preguntó y el aludido asintió.

—Encontré otra falla.

—Usted no se perdona ni a sí mismo, muy característico de su madre, la reina.

Una mujer bastante intimidante y directa.

—Bien, debo trabajar un poco. He tenido suficientes vacaciones, le dices a Jin que puede ir a mi oficina en cuanto llegue.—ordenó caminando hacia el espacio donde se encontraba su gran closet.—¡Por cierto! Ve a saludar a la gobernadora SoYul y a su hija, estoy seguro de que vino con ella y su esposo, de lo contrario no tendría caso su visita. Me informas a tu parecer, que tan desastroso sería un matrimonio con ella. Solo opiniones personales, debes vigilar cada acción suya.

NamJoon asintió con cansancio, su trabajo como parte de la guardia real no era lo que esperaba.

Luxure ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora