Aristine¹

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Episodio 5: Sé que eres un pervertido

—La princesa es realmente bonita, ¿no es así?

—Nunca había visto a alguien que brillara tanto. Casi pensé que era un hada cuando se sentó en el agua.

—¿Todos los Silvanos son así? Sabía que tenían marcos pequeños pero...

—¿Crees que todos son así? Lo viste tú mismo. Solo la princesa es especial.

—Pensé que la gente de Silvanus era pequeña y débil, pero supongo que eso era solo mi prejuicio. Después de todo, tienen a alguien como la princesa.

—¿Has visto a Su Alteza Tarkan cuando se enfrenta a la Princesa? ¡Nunca había visto a Su Alteza actuar así!

El sonido de las charlas de las damas de la corte atravesó las paredes.

Las doncellas que vinieron del Imperio Silvanus apretaron los puños cuando escucharon la discusión más allá del muro.

—¿Qué tiene de bueno una perra que fue tratada como basura?

—Me preocupa que la princesa ya no sepa cuál es su lugar después de venir aquí.

—Solo estos bárbaros verían esa apariencia sucia y dirían que es agradable.

—La cara de la princesa se ve decente, pero no es tan hermosa en Silvanus.

—Exactamente. Quiero decir, admito que es un poco bonita, pero definitivamente no tanto. Si tuviera que dar una descripción, diría... un poco mejor que el promedio, ¿no?

—Es un país bárbaro; no deben tener gente hermosa aquí.

—Por supuesto, sus estándares son tan bajos que es por eso que se entusiasman con esa idiota y la llaman bonita.

Las doncellas se ponen de frente y se burlan.

—Por cierto, ese hombre que dicen que es un monstruo, es bastante...

—Ehem, es diferente de lo que esperaba.

La mente de las doncellas voló de nuevo a la apariencia de Tarkan.

Sus hombros anchos, los músculos tensos de la espalda y la facilidad con la que levantaba a Aristine. Honestamente, hizo que los Caballeros de Silvanus parecieran niños a su lado.

No era solo su cuerpo. Tenía ojos fríos y afilados, nariz recta, labios ligeramente pálidos y una mandíbula prominente.

—Haa...

Solo recordarlo les hizo suspirar inconscientemente.

El brillo asesino en sus ojos los hizo temblar a pesar de que solo lo miraban desde lejos.

Era un hombre peligroso.

Pero eso lo hizo más atractivo.

¡Pero pensar que él era el esposo de la princesa, a quien ellos eran mucho mejores!

—Ese mendigo de princesa no le conviene.

—¿Yo se, verdad? Cualquiera de nosotros encajaría mejor.

—De todos modos, pronto perderá el interés por la princesa. Esa mujer ha vivido sola durante más de 10 años. Cualquiera puede darse cuenta de que está loca .

—Oh, Dios mío, entonces, como sirvienta bajo el servicio directo de la princesa, también debo servir al marido de la princesa, lo mejor que pueda.

—Lo mejor que podamos, jaja.

El sonido de las doncellas riendo sonó con fuerza en la habitación. Justo cuando se estaban riendo y lamiendo sus labios...

—¡Su Señoría!