Aristine¹

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Aristine miró a Tarkan, que parecía un poco dubitativo y comenzó a hablar con indiferencia.

—Bueno, un niño es importante pero...

Aristine acarició suavemente un pétalo de rosa y continuó con indiferencia.

—¿No tienes otra mujer que te guste?

La visita de Dionna a la sala de espera de la novia durante el día no fue diferente de cuando declaró abiertamente que era la amante de Tarkan.

Aun así, no estaría de más confirmarlo adecuadamente.

Miró el rostro de Tarkan y sus ojos dorados parecían más agudos que de costumbre.

—... ¿Como supiste?

Ah, de verdad.

Aristine sonrió suavemente.

—Puedo decirlo.

Tarkan miró a Aristine, que sonreía sin ningún indicio de oscuridad en su rostro.

'¿Por qué?.'

No importaba si Aristine sabía que tenía a otra mujer en su corazón.

'Soy yo'

Más bien, esto fue algo bueno. Porque él le dijo que dejara de lado las emociones en este matrimonio desde el principio.

Con esto, sería aún más seguro.

'Entonces...'

Tarkan sintió que la boca se estaba secando.

—Tarkan, no tienes que preocuparte. Entiendo todo.

Aristine asintió a Tarkan con una expresión benevolente en su rostro.

—No nos casamos por amor, sino debido a un acuerdo de paz, ¿no es así?

Su tono era a la vez tranquilo y gentil.

—En cuanto a un niño, podemos pensar en eso más tarde. Deberías mantener tu castidad para tu amante.

—¿Mi amante? Ella es...

Tarkan frunció el ceño y estuvo a punto de negarlo de inmediato, pero se detuvo.

Una chica que apareció de repente y le robó el corazón en un instante y luego desapareció.

Tarkan ni siquiera fue capaz de transmitir sus sentimientos a esa chica.

Por supuesto, no eran amantes.

Sin embargo.

'¿Por qué lo estoy negando?'

No necesitaba negárselo a Aristine.

Como ella lo había entendido mal, era mejor para él dejarlo ser. Si pensaba en él como en el hombre de otra persona, nunca lo vería como del sexo opuesto.

—¿Ella es?

—Ella es mi amante.

Tarkan habló secamente y se alejó.

Por alguna razón, su estado de ánimo se desplomó. ¿Quizás fue porque mintió?

Ni siquiera había podido encontrarla o transmitir sus sentimientos, así que tal vez se sintió ridículo al atreverse a llamarla su amante.

—Bien, entonces tienes que tratar bien a tu amor.

Al escuchar a Aristine vio eso, se sintió aún más molesto.

Sin saber cómo se sentía, Aristine se le acercó en silencio.

—Ya sabes, Tarkan.

Sus ojos mirándolo estaban llenos de expectativa y esperanza.