8:32 AM
El ligero tintineo de la puerta de la tienda de conveniencia, llenó el silencio del pequeño lugar.
Acomodó sus gafas de sol, mientras empezaba a caminar por el estrecho corredor de congelados.
Tomó un jugo de naranja de la heladera, y fue directo por un paquete de tocino.
La tienda estaba casi vacía, solo eran él y una señora de edad comprando, mientras un aburrido joven en el mostrador jugaba en su teléfono.
Terminó sus compras y fue directo a pagar, el chico ni siquiera se giró a verlo, solo pasó las cosas y le dijo el precio a pagar de mala gana.
Él sin embargo, sonrió con amabilidad y le deseó un feliz día y un buen trabajo.
Antes de salir, escuchó vagamente las noticias que se anunciaban en el televisor a bajo volumen.
El sospechoso Jeon Jungkook se entregó a la policía, aceptando dar un testimonio de los hechos. Aún no se ha determinado nada concreto sobre el caso. Sin embargo, se dio a conocer el nombre de otro sospechoso, Kim Taejin, el cual no se ha presentado oficialmente ante la policía.
Por ahora, son los únicos sospechosos conocidos en el caso de los Jung. Víctimas las cuales aún no hay rastros de su paradero.
La imagen de Jungkook apareció en la televisión, evidentemente devastado y siendo rodeado de una manada de periodistas.
La forma en la que se veía, hizo al corazón de Hoseok doler.
—¿Hay algo que quiera decir, joven Jeon? –Preguntó uno de los entrevistadores que llegó cerca del pelinegro.
De pronto, alzó su mirada, mostrando unas orbes vacías y sin una pizca de brillo.
Sus estrellas han desaparecido.
Un nudo se formó en la garganta del castaño.
—Cariño, de corazón espero que tú y mi campeón estén bien. –Dijo a la cámara, con su voz quebrada.
Hoseok sintió sus ojos empañados, parpadeó varias veces, disipando las lágrimas.
Corrió fuera del local, con la bolsa de las compras en su mano.
—Mierda.
Desesperado buscó algún teléfono público, una forma de comunicarse con Jungkook cuánto antes, en una de las esquinas de la calle desolada vio una cabina telefónica. Corrió hacia él, y sacó un par de monedas de su abrigo, introduciendo cada una rápidamente en la ranura.
No sabía qué demonios estaba pasando en la ciudad.
Apenas salió de su casa con Jungshin en brazos, tomó el primer tren que salió a Geoje, un pequeño pueblo alejado de la capital.
Se había nublado por completo con el pánico y su mejor opción en ese instante fue huir lo más lejos posible.
Lo más alejado y desconectado de Taejin que pudiera.
No creyó que Jungkook volvería antes de lo previsto.
Y ahora estaba llorando en la cabina, en espera de que este le respondiera el teléfono.
Pero solo hubieron tonos tras tonos, hasta que cayó al buzón de voz.
Ni siquiera tuvo fuerzas para dejar un mensaje.
—Joder. –Sollozó, quería salir de ese infierno cuánto antes. Quería volver con Jungkook cuánto antes. —¿Por qué demonios está pasando todo esto?
Encajó el celular en su lugar bruscamente, antes de soltar el aire contenido que su llanto reprimía en sus pulmones.
Miró su reloj de muñeca, entrando en pánico.
Salió apresuradamente de la cabina de teléfono, acomodando nuevamente sus lentes de sol.
Tuvo que esperar 10 minutos para que el autobús que paraba frente a la posada donde se hospeda pasara.
Jungshin de seguro estaba ansioso con que llegara, y muy hambriento.
Descendió frente a la posada, saludando a la anciana que los había dejado hospedarse. Corrió escaleras arribas, y cuando se detuvo frente a la habitación J-3, tocó exactamente tres veces de forma lenta.
Ligeros pasos resonaron hasta llegar a la puerta, y sonrió al escuchar la chillona voz de su hijo.
—Palabra clave.
—Jungkookie Hyung.
Sonó el pestillo de la puerta, y de inmediato tuvo a un sonriente Jungshin envolviendo su pierna con cariño.
—¡Papi!
—Lamento haber demorado, mi amor. Te traje algo para comer. –Mencionó, luego de dejar un beso en la frente del pequeño y entrar a la habitación, cerrando la puerta detrás de él. —El supermercado más cercano está a casi 20 minutos de aquí, y el transporte es difícil de conseguir.
—Gracias por tu esfuerzo, papi.
Jungshin siguió a su papá hasta la cocina, viendo como dejaba la bolsa sobre la pequeña mesa de madera.
—No es nada, mi angelito. –Soltó con cariño el padre, quitando sus gafas antes de dejarlas sobre la mesa.
El niño hizo un mohín, preocupado por el ojo morado de su padre.
Su labio había mejorado mucho, al igual que el golpe en su mejilla, pero el del ojo continuaba muy feo.
—¿Cómo está tu ojo? –Inquirió con un tono preocupado.
—Ya no me duele, bebé. Tranquilo. –Resopló sereno, al notar la inquietud de su pequeño.
Shin asintió, ahora mirándolo un poco esperanzado.
—¿Lograste hablar con papá?
—No, cielo. Aún no.
De inmediato, toda esa esperanza reflejada en sus ojos despareció en un parpadeo.
—Pero, tengo una buena noticia para ti. –Alegó un poco más animado, hincado frente a su hijo.
—¿Qué?
—Hoy volveremos a Seúl.
—¡¿De verdad?!
Jungshin se emocionó de nuevo, feliz de saber que pronto volvería a ver a sus tíos, y sobretodo, a su papá Kook.
—Sí, mi bebé. —Aseguró el mayor, acariciando la mejilla de su hijo. —Todo volverá a la normalidad pronto.
—¿Volveremos a ver a papá Kook?
Sus ojitos se iluminaron de solo pensarlo, y cuando Hoseok asintió, Jungshin saltó a los brazos del contrario con efusividad.
—¡Estoy muy feliz! –De sus ojos salieron algunas lágrimas traicioneras, demostrando su emocion. —Muchas gracias, papi. Te amo.
Hoseok apretó contra su pecho al pequeño, también sintiendo un nudo formarse en su garganta.
—Yo muchísimo más, mi vida.
Después de todo, ambos solo querían volver a la normalidad.
Esa normalidad donde Jungkook los cuidaba, y se sentían como una familia feliz sin preocupaciones.
Donde Hoseok se sentía amado y seguro.
Y donde Jungshin sentía que tenía una verdadera figura paterna que lo protegía y lo quería.
No merecían estar en ese lugar.
Menos merecían vivir ese infierno.
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Jungkookie Hyung
FanfictionUn divorcio es un nuevo comienzo, ¿cierto? Al menos, Hoseok quería convencerse de eso. Pero, él quería un nuevo comienzo donde solo estuvieran él y su hijo. Nadie más. Sin embargo, Jungkook no parecía ser alguien que se rindiera fácilmente. Él podrí...