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Todo parece ir a la perfección. Jov busca la manera para poder convencer a Revìch de tener un reencuentro, y GD, trata de entregar en bandeja a Yuan.

Por su parte, Jeon, ha hecho un comunicado para todos los distribuidores de Seúl y del extranjero. Tienen prohibido darle mercancía a los taiwaneses o rusos, o todos se atendrán a las consecuencias, tal y como lo están experimentando unos pequeños distribuidores al tratar de negociar con Yuan a la distancia.

—Kenji, dime ¿cuál es el problema? —pregunta Jeon, adentrándose en la enorme casa donde viven sus hombres.

—Distribuidores —contesta el japonés, se gira sobre sus talones y guía a su jefe hasta el sótano de la casa.

Pequeños recuerdos vienen a la mente de Jeon, al cruzar por el pequeño callejón que lleva al sótano, una imagen de Hoseok siendo sostenido por cadenas de sus manos y sus pies, mientras los autos estiran su cuerpo.
Siente como algo dentro duele al recordar su traición después de tantos años de amistad y de trabajo juntos.

Kenji abre la puerta del sótano de manera violenta, causando un fuerte ruido que saca de sus pensamientos a Jeon y lo regresa a la realidad de la vida.

—Es uno de los grandes distribuidores de cargamento —verbaliza el japonés, arrebatando la capucha negra que oculta el rostro del tipo que se encuentra en una silla con sus manos y pies atados.

Jungkook no dice absolutamente nada, solo observa el rostro del tipo el cual tiene pequeños hematomas. Suspira frustrado y poco a poco camina hasta quedar frente al tipo que lucha para que sus ojos se acostumbren a la claridad.

—Trataba de sacar del país doscientos kilos de cargamento —le informa.

Kenji toma uno de los paquetes que están dentro de un pequeño contenedor, y luego se lo lanza a Jeon.

—Dime el destino —le ordena Jungkook al tipo que se encuentra frente a él, mientras rompe el paquete, para luego con su dedo meñique tomar un poco de polvo blanco y llevarlo a su boca.

—¡Responde! —alza la voz, Kenji.

—Maldito, hijo de puta —espeta Jeon, cuando se percata que la mercancía es buena.

—Contesta —demanda el japonés de nuevo, mientras deja que su puño se estrelle contra el abdomen del tipo.

—No lo sé, juro que no lo sé —responde con dificultad.

—Estas mintiéndome —lo señala Jeon, acortando la poca distancia que se hay entre él y el tipo.

—No le miento, mi trabajo solo es sacar el cargamento del país —agrega el tipo.

Jungkook observa el paquete que tiene en una de sus manos, mira a Kenji y luego al tipo, alza el paquete y sin decir nada se lo estrella en el rostro, haciendo que todo el Crack que se encuentra en el paquete quede en el rostro del tipo, en el suelo y en su traje.

—Mierda —se queja Jungkook, al darse cuenta que su traje tiene parches blancos.

—¿Qué hago con él? —pregunta Kenji, mientras de nuevo le coloca la capucha sobre el rostro del tipo.

—Dame un segundo —musita Jeon, mientras sacude con sus manos su traje para tratar de retirar los parches blancos.

—Jungkook —lo llama Nam, mientras abre la puerta del sótano. —A Jimin no le agradara ver eso —agrega señalando el traje de Jeon.

—¿Qué quieres? —pregunta molesto, mientras continúa con su cometido de desaparecer las manchas de su traje.

—No olvides la reunión con los narcotraficantes y distribuidores —le recuerda.

Jeon deja de limpiar su traje y ve a Kenji.

—Súbelo al baúl de mi camioneta. Nam envía a Mark y a Mino al laboratorio de este mal nacido, quiero que lo quemen —da las órdenes.

Saca el celular del bolsillo interno de su chaqueta.

Enamorado De Un NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora