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Jungkook


Una semana ha pasado desde del incidente en mi pecho, todos los días de esa semana intenté ponerme al corriente de todo.

Nam llegaba a mi habitación mientras Jimin salía con los niños y planeaba junto a sus amigos los detalles de la boda.

Todas las mañanas de esa semana intentaba levantarme, y encontrarme con la hermosa mirada y sonrisa de Jimin, pero todo era lo contrario, cuando abría mis ojos la habitación estaba vacía, para unos minutos después ver a mi ángel atravesar la puerta de nuestra habitación, agitado con una carretilla que contenía en el piso de arriba mi desayuno y en la parte de abajo una bandeja con lo que utilizaría para curar mi herida de bala.

Flashback

El dormir junto a Jimin me había relajado por completo, sentir como la palma de su mano se adaptaba a mi antebrazo, me hacía sentir aliviado de manera extraordinaria, era como si él aliviará mi dolor con el simple hecho de tenerlo a mi lado.

Dormí demasiado bien, no sabría explicar si fue porque aún tenía resto de sedante en mi cuerpo, o porque simplemente el estar en mi hogar junto a mi ángel lo facilitaba todo y me hacía dormir en paz.
Esperaba poder amanecer y ver a Jimin a mi lado ese día, pero no fue así, amanecí solo en la enorme cama con su aroma sobre las sábanas y parte de mi camisa.

La puerta se abrió y yo trato de acomodarme en ella mientras Jimin entra empujando la carretilla hasta la orilla de la cama, unos cuantos pasos se escucharon y luego observo a los mellizos correr hacia la cama y luchar para subirse en esta y luego lanzarse a mí.

—Cuidado con la herida de su padre —decía Jimin, mientras esparcía miel sobre los panqueques y nos observaba de reojo.

Acaricio a mis hijos y me divierto con ambos, mientras Jimin solo nos observa y de vez en cuando, toma un trozo de fruta o de panqueque.

—Ven acá, déjame verte —tomo la mano de Injae y la acerco mí. —¿Te duele algo? —tomo los mofletes de mi hija con ambas manos, provocando que un poco de dolor me embriague, formando una mueca de dolor en mi rostro.

—No fuerces tu mano derecha —me recuerda Jimin, preocupado.

—No —responde mi hija, negando con su cabeza de un lado hacia otro, haciendo que su cabello castaño se agite con cada movimiento.

—¿Alguien te tocó?

Jimin se acerca más a la cama.

—No —responde de nuevo, Injae.

—Eres tan hermosa como tú appa, mi princesa —beso la mejilla de mi hija, mientras ella sonríe tímidamente.

—Papá —se queja, intentando liberarse de mi agarre. —¡Dae, ayula! —grita mi hija, pidiendo ayuda a su hermano, el cual sin dudarlo se pone de pie en la cama con sus pequeños pies descalzos, lanzándose hacia mí para que liberare a su hermana.

—No podrán contra su papá —bromeo, haciendo cosquillas en el estómago de Dae.

—Jungkook —me llama Jimin, recordándome la herida de mi pecho.

Continúo jugando con mis hijos, Jimin se pone de pie al momento en que Kenji lo llama, sale de la habitación sin decir nada luego de unos segundos se acerca a la puerta de nuevo junto a Kenji, observo atentamente a ambos descuidándome de mi herida y de que me encuentro en una lucha contra mis dos terremotos.

—Mierda, eso dolió —me quejo, luego de que Dae me golpeara con uno de sus autos.

Jimin deja de hablar con Kenji y gira su rostro hacia dentro de la habitación, mirando a nuestros hijos seriamente.

—Fue Dae —verbaliza Injae, bajando de la cama.

—Largo —le ordena Jimin a Injae, quien sale de la habitación sonriendo—. No escucho tus disculpas, Daewan

Enamorado De Un NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora