57.Depresión

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Cloud no quería irse de Glaciora, pero tal y como dijo Cleir y la madre de Richard: "los dragones son más inteligentes que un humano anciano", y lo único que sabía era que su compañero necesitaba distanciarse y tener a alguien que lo protegiera en estos momentos de debilidad y sensibilidad.

. . .

El chico estaba en un mundo distorsionado, donde el cielo era un mar turbulento de sombras, y el suelo bajo sus pies era arena gris muy densa. Cada paso que daba, el suelo crujía como si se quebrara, amenazando con absorberlo en cualquier momento.

Frente a él, una figura titánica y amorfa se erguía, una masa de brea y cartílago negro que pulsaba con una energía ominosa; era un huracán de sombras que contenía todas las emociones humanas más oscuras: odio, apatía, egoísmo, ansiedad, desesperación, y envidia.

—Eres débil, Richard —la voz de Daster llegó a sus oídos en un susurro que resonaba en sus huesos, lleno de desprecio, retumbaba en su pecho y sus latidos aceleraron—. No mereces el título de Lux Carrier. No eres digno de nada.

Richard sintió un dolor punzante en su pecho de nuevo, un eco de su miedo a no cumplir con las expectativas que le habían sido impuestas. Intentó hablar, defenderse, pero sus labios no se movían, y de su garganta no salió sonido alguno.

A su alrededor, figuras familiares aparecieron. Lía, con su ojo izquierdo sangrando y vacío; Kenny, congelado en una estatua de hielo, con sus brazos mutilados, mirándolo fijamente con ojos inyectados en sangre llenos de reproche; Lunaris, cubierta de heridas infectadas, sosteniendo su mazo como si fuera una carga demasiado pesada, con frustración palpable. Cada uno de ellos lo miraba con decepción y dolor.

—¡Eres una escoria! —dijo Lía, su voz estaba quebrada por el sufrimiento—. Nos condenaste.

Kenny con su rostro frío e implacable agregó—. Por tu culpa, estamos gravemente heridos.

El terror a fallarle a sus amigos lo invadió, cada palabra de reproche era como una daga clavada en su alma. Richard intentó acercarse a ellos, pero sus piernas no respondían, como si estuviera atrapado o sumergido en el suelo de arena.

Un nuevo escenario apareció, esta vez una sala de juicio. Estaba rodeado por figuras encapuchadas que representaban sus conflictos internos y sus problemas sin resolver. Cada figura lo acusaba de sus fracasos, enumerando sus errores y debilidades.

—No has cumplido con el destino del Lux Carrier —una figura gritó, señalándolo con un dedo huesudo.

—¡Has perdido tus poderes y ahora somos más débiles por tu culpa! —otra figura añadió, sus ojos brillaban con furia.

Richard sintió el peso de sus obligaciones caer sobre él, aplastándolo. La desesperación lo inundó, cada aspecto de sus responsabilidades y conflictos se convirtió en una cadena que lo ataba. Trató de gritar, de liberarse, pero su voz fue ahogada por los susurros de sus propios miedos.

Luego, las sombras lo envolvieron, y se encontró en una celda, suspendida en un vacío infinito. La ansiedad era palpable, y podía sentir cómo la oscuridad intentaba infiltrarse en su mente, consumirlo desde adentro. Veía sus propias manos transformándose, volviéndose negras y retorcidas, la corrupción de la magia oscura estaba manifestándose.

—¡No! —gritó, su voz resonaba en el vacío, pero no había nadie que lo escuchara. Estaba solo, enfrentándose a su terror a ser consumido por la oscuridad y a la idea de asesinar a sus seres queridos por la corrupción que sentía avanzando dentro de él.

La celda desapareció, y se encontró en un balcón, similar al de la posada de Glaciora, pero distorsionado, y con ángulos borrosos, con energías siniestras rodeándolo. Gaspar apareció, pero con una expresión de decepción.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora