97.Conejos De Reconciliación

4 0 0
                                    

Lía, con su respiración aún agitada, miraba el cielo estrellado, las lágrimas de rabia comenzaban a secarse en sus mejillas. Todder, igualmente agotado, se recostó a su lado, su cuerpo aún estaba temblando por el esfuerzo. La tensión entre ellos emanaba de sus poros, pero en la quietud de la noche, el ambiente se volvía más introspectivo.

Todder, evitando el contacto visual, rompió el silencio. Su voz, rasgada por el cansancio, era una mezcla de desespero y deseo de resolver las cosas. 

—Lía, yo... no sé cómo enfrentar esta mierda. Mis recuerdos. Siempre sentí que ellos me veían como un error. Y no sabía qué hacer al ver que te daban todo por ser perfecta.

Lía, aún tumbada en el suelo, giró la cabeza para mirarlo. 

—No era perfecta, Todd. Solo intenté hacer lo mejor que pude, pero no entendías lo difícil que era para mí también, tratando de mantener la familia unida mientras tú...

—Siempre pensaste que podías hacerlo todo sola, siempre sabías qué hacer —la interrumpió, la ira aún estaba subyacente en sus palabras—. ¿Recuerdas cuando papá nos hizo competir por el cariño de mamá? Yo estaba frustrado buscando aprobación, y tú solo aparecías para mostrarme que nunca era suficiente. Ellos te preferían.

El tono de Todder reflejaba una mezcla de resentimiento y tristeza, y Lía sintió el peso de sus palabras. Sus recuerdos de la niñez eran también amargos, llenos de una lucha constante por ganarse el amor y la atención de sus padres, que nunca parecían satisfechos, la rectitud inyectada en la personalidad de Lía comenzaba a pesar.

—Sí, lo recuerdo. Pero no era solo por ti —Lía respondió con voz quebrada—. Era difícil para todos, y cada uno de nosotros lidió con ello a su manera. Yo intentaba ser la mejor porque temía fallarles, pero nunca pensé en cómo te sentías en ese momento.

Todder se levantó un poco, sentándose con la espalda contra una roca. 

—Siempre fui renegado, pero fue porque quería que me quisieran tal como soy. Y cuando los vi morir... era como el ultimo puño de tierra en la tumba. Me castigaba a mi mismo por que ya no había vuelta atrás.

Todd recordó el cálido y sincero "Te amo" de su padre justo antes de perderlo, su estómago se retorció y dejó que saliera. 

—Papá me dijo "te amo" antes de irse, y no pude responderle igual. Una parte de mi estaba feliz, pero... ¿De verdad tuvo que morir para por fin decírmelo?

Lía se sentó también, abrazándose a sí misma, mirando el cielo estrellado que parecía ofrecer poco consuelo. 

—Yo también estuve en la mierda. Perdí mi ojo, perdí a mis padres, y todo eso me hizo cuestionar quién era. Intenté ser fuerte y obligarme a creer que era poca cosa, pero a veces siento que solo estaba huyendo de mi dolor.

Todder suspiró, su postura mostraba un cansancio espiritual. 

—Tal vez... tal vez si hubiéramos hablado más sobre lo que sentíamos, no habría sido tan difícil. Pero siempre hubo una barrera entre nosotros, como si no pudiéramos ver más allá de nuestras propias peleas y resentimientos.

Lía asintió lentamente. 

—Quizás... sí. Quizás si hubiéramos sido más abiertos, habríamos podido ayudarnos. En lugar de competir por papá y mamá, debimos estar más como hermanos.

Ambos miraron al cielo nocturno, el silencio que los rodeaba ahora estaba lleno de una nueva sensación de comprensión. Aunque no tenían respuestas definitivas, la conversación había comenzado a abrir un camino hacia la reconciliación. Sus viejas heridas no se curarían de inmediato, pero el reconocimiento del dolor y la disposición para enfrentarlo era el primer paso hacia la sanación.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora