84.Degustación De Chismes

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Esta animada zona de comercio no solo era un lugar para el intercambio de bienes, sino también un centro de interacción social, donde las noticias y las historias se compartían, las alianzas se forjaban y las culturas se entremezclaban en un bullicioso tapiz de vida medieval.

—Oye, espera —le pidió Vitaly, con cautela —. Necesitamos otros nombres. Yo me llamo: Ninpha.

Richard la escuchó y añadió.

—Yo me llamo Turifer, ¿esta bien?

—Si, continuemos entonces —estaban adentrándose en toda la gente, y como medida de precaución, Vitaly tomó de la mano a Richard—. Mira Rich... quiero decir, Turifer, en el muro. 

La niña apuntó a un par de anuncios con los rostros de Richard y Vitaly en lona y papel que estaban pegados y amarrados, seguidos de la frase de Se buscan, junto con el contacto directo a las oficinas del concejo mágico.

—Esto es un gran problema —dijo Richard, apartando la mirada del anuncio para descubrir que en la mayoría de los puestos también habían panfletos iguales distribuidos por toda la zona de comercio.

—Hay que actuar natural, Turifer.

—Si, Ninpha.

Su tensión aumentó cuando fueron abordados por una mujer bella que los tomó de los brazos y ofreció unas bayas color amarillo pálido, provenientes de unos plantíos Darkfrost.

—Les presentamos las bayas nevadas ¡Por apertura les ofrecemos una muestra gratis para degustar!

Richard las reconoció ya que las vio cerca del santuario de la diosa Glacies y recordó todo el daño abrumador que causo su estallido en la biblioteca de Glaciora, lo recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y no pudo contener unos ojos cristalinos a casi llorar.

—¿Le sucede algo, abuelo? —la mujer, preocupada, dirigió su mirada al señor y miró a la niña pidiendo una respuesta.

—Es que mi abuelo ya tiene sueño y esta cansado, discúlpenos, ¿nos las podemos llevar?

—¡Por supuesto, no duden en regresar!

La niña tomó un racimo de bayas y se retiró del puesto con Richard tomado del brazo.

—Hey, no llames la atención, eso fue raro —le decía Vitaly entre susurros—. El hechizo de Dani es eficaz, pero no es para que nos confiemos.

—Perdón, tienes razón, debemos comprar víveres.

Inmediatamente cuando se acercaron a un puesto, el aire estaba cargado con el aroma de pan recién horneado, queso curado y una mezcla de especias que hacían cosquillas en la nariz. Sacos de granos y barriles de salazón se alineaban a lo largo de las mesas, junto a cestas llenas de frutas y verduras frescas.

La vendedora, una mujer entrada en años con una sonrisa cálida y ojos brillantes, los recibió con entusiasmo. Su cabello, recogido en un moño suelto, estaba cubierto por un pañuelo de colores vivos. Vestía un delantal gastado, pero limpio, que denotaba su constante trabajo en el puesto.

—¡Buenos días, señor! —les saludó, con una voz amable y acogedora—. ¿En qué puedo ayudarles hoy?

Richard, con su voz grave, respondió— Buen día, señora. Necesitamos algunos víveres. Un poco de pan, queso, y tal vez algunas frutas.

Mientras la señora comenzaba a reunir los artículos solicitados, miró a su alrededor con una expresión conspirativa y bajó la voz.

—¿Han oído el último anuncio del concejo mágico? —preguntó, mirando a su alrededor antes de continuar—. Dicen que están buscando a un muchacho y a una niña. Parece que han causado bastante alboroto.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora