110.De Tal Árbol, Tal Retoño

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Wilberth suspiró, observando a su amigo de reojo. Había pasado por ese mismo ciclo de autocompasión, pero había logrado salir del abismo. Y aunque no lo diría en voz alta, sabía que Ronald también lo haría.

—Todavía estás aquí, Ronald. Mientras sigas caminando, tu legado no está completo.

Cleir asintió. Aunque ella había sido la que se quedó, dirigiendo la academia y lidiando con las responsabilidades cotidianas del mundo mágico, sabía que ellos también seguían construyendo su legado, aunque no lo vieran. Los estudiantes que pasaban por sus puertas, los hechiceros y aventureros que seguían sus pasos, todos ellos eran reflejos del impacto que habían tenido.

—La magia vive en los que dejamos atrás, —dijo Cleir finalmente, su voz permaneció suave, pero cargada de significado—. Y si bien hemos cometido errores, también hemos enseñado algo invaluable: que la magia siempre tendrá un costo. Lo importante es cómo decidimos pagar ese precio.

Ronald miró hacia la ventana, viendo la vasta extensión del paisaje nocturno. La verdad en las palabras de Cleir lo golpeó con fuerza. Había sacrificado mucho, pero también había vivido de una manera que muchos no entenderían jamás. A pesar de todo, su historia aún no había terminado.

—Tal vez haya algo de verdad en eso, —murmuró Ronald—. Quizás... mi legado no esté escrito completamente.

Wilberth, al escuchar esas palabras, sonrió levemente. Quizás Ronald empezaba a entender, después de todo este tiempo, que incluso en la desesperación y en el dolor, todavía había espacio para la esperanza. Para los tres, ese legado de la magia y el sacrificio seguía evolucionando, mucho más allá de lo que alguna vez imaginaron.

Ronald permaneció en silencio por un momento, sus pensamientos oscilaban entre el pasado y el presente. Pero había algo más, algo que no había compartido con nadie desde su incursión en la dimensión de los Tenebris. Un detalle que lo había inquietado desde entonces. Observó a Cleir y Wilberth, ambos estaban sumidos en sus propias reflexiones, y decidió que era el momento de hablar.

—Hay algo de lo que nunca les hablé detenidamente... algo que vi en la dimensión de los Tenebris —dijo Ronald, rompiendo el silencio de forma abrupta.

Cleir levantó la vista de inmediato, su rostro mostraba una mezcla de curiosidad y preocupación. Wilberth, que había estado absorto en sus propios pensamientos, también prestó atención. Ronald rara vez hablaba de análisis con otras personas, ya que su lógica bastaba, pero cuando lo hacía, siempre había algo significativo detrás.

—En una de las últimas cámaras del castillo de Daster, nos encontramos con una cosa: un cuadro, pero no era un cuadro cualquiera —continuó Ronald, con su voz grave. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, como si el recuerdo pesara sobre él—. Ahora que lo estoy analizando, parecía un globo terráqueo, o algo que intentaba serlo, pero con cinco estacas incrustadas en diferentes puntos. Era tan detallado, tan real, que por un momento pensé que estaba viendo algo más que una simple pintura.

Cleir frunció el ceño. 

—¿Estacas incrustadas? ¿En un globo?

Ronald asintió. 

—Sí. Cada estaca estaba ubicada en lo que parecían ser puntos clave, aunque no pude identificar con precisión dónde estaban. Pero lo más extraño de todo es que, debajo del cuadro, solo había una palabra inscrita en letras oscuras: Imperium. Nada más.

—Imperium, —repitió Cleir en voz baja, su mente claramente procesaba el significado. —En latín significa "gobierno", o "poder" en algunos contextos. Pero ¿por qué estarían los Tenebris mostrando algo así?

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora