Esencias Mágicas [Completa]

92.El Mejor Regalo De Cumpleaños

El suelo bajo ellos temblaba por el choque de magias, y las velas negras que delineaban el círculo del ritual parpadearon, casi extinguiéndose por la fuerza de los hechizos. Richard, respirando profundamente, extendió ambas manos y exhaló. Al instante, un muro de energía de luz comenzó a formarse a su alrededor, arremolinándose como una barrera protectora. Ugaldy observó la maniobra con una mezcla de interés y desprecio. 

—¿Eso es todo lo que tienes, Richard? —preguntó con una sonrisa burlona. Levantó ambas manos y convocó tres espadas de energía Magicsy que destruían todo a su paso. Poca importancia les daba que las espadas cortasen a los prisioneros de las sillas—. No subestimes mi poder, muchacho.

El ataque avanzó, espadas filosas y amenazantes, tratando de atravesar a Richard y su escudo de luz. Sin embargo, Richard permaneció imperturbable. Comenzó a concentrarse, y una intensa luz amarilla emanó de las cuencas de sus ojos. El muro a su alrededor se expandió, impactando con las espadas en un estallido que las desintegró por completo.

Los secuaces de Ugaldy retrocedieron, sorprendidos por la ferocidad del contraataque de Richard. Aun así, Ugaldy se mantuvo firme, su expresión estaba más seria. Con un movimiento rápido, lanzó una bola de energía hacia el techo. Al impactar, la energía se dispersó en una lluvia de estacas que cayeron sobre Richard, bombardeándolo desde todas las direcciones. 

Richard se vio obligado a reforzar su escudo, que ahora brillaba con un resplandor iridiscente mientras repelía las estalagmitas, pero la lluvia era intensa, y el escudo comenzó a agrietarse bajo la presión constante. 

Desesperado, Richard decidió cambiar de táctica. Con un grito de esfuerzo, liberó toda la energía acumulada en su escudo, creando una explosión final que empujó a sus enemigos hacia atrás y limpió el aire de la energía de Ugaldy. Aprovechando la oportunidad, Richard saltó hacia adelante, cargando una lanza de luz en sus manos. Apuntó directamente a Ugaldy, quien levantó un campo de fuerza para defenderse. La lanza impactó contra la barrera, creando un ruido ensordecedor. Durante unos segundos, pareció que ninguna de las dos energías cedería, pero finalmente la barrera de Ugaldy empezó a fracturarse. 

Sin embargo, antes de que Richard pudiera atravesar la defensa de Ugaldy, uno de los secuaces logró lanzar un hechizo de sombra que lo golpeó en el costado, haciéndolo tambalearse, y tropezar al suelo. Ugaldy aprovechó el momento para tener control sobre el chico, que envolvió a Richard en energía color lila, elevándolo en el aire y sujetándolo con fuerza. Richard luchó por liberarse, pero la magia era fuerte y cada vez más asfixiante. Ugaldy se acercó lentamente, con una expresión de triunfo en su rostro.

—Te debiste unir a mí, Richard, —murmuró, con su voz suave y amenazante—. Ahora, solo queda la destrucción... —sacó de su bolsillo una porción de Fericolvo—. ¿Creíste que esto ya se iba a terminar? —introdujo el polvo en su boca y, al disolverse, los ojos se le pintaron con el mismo color de su misma aura mágica.

Con un último esfuerzo, Richard reunió energía oscura para disipar su agarre. Se dejó consumir por la oscuridad de su brazo izquierdo, creciendo en intensidad hasta cubrir su cuerpo. Con un grito de desafío, liberó esa energía en una explosión, rompiendo la prisión y arrojando sus secuaces hacia atrás.

El impacto fue devastador. Las velas negras se apagaron de golpe, y el círculo del ritual fue desintegrado por la explosión. La habitación tembló violentamente, y el suelo se agrietó bajo la intensidad del poder desatado. Entre toda la cortina de tierra levantada, Ugaldy estaba intacto, sin inmutarse, con una expresión de furia y sorpresa sarcástica. Nunca había visto a un humano desatar un poder tan puro de Starlight y devastador de Tenebris al mismo tiempo.

Richard se paró firmemente, sus ojos estaban ardiendo con una mezcla de rabia y determinación.

—Nunca seré como tú, —dijo con voz ronca, pero firme—. Haré lo que sea necesario para proteger a mis seres queridos, pero no a costa de la libertad y la vida de otros.