66.Ominoso Anonimato

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El eco de su propia voz la llenó de un pavor que apenas podía contener. Mientras se adentraba en la casa, sus ojos se ajustaban a la penumbra del interior, donde sombras se movían de manera inquietante. Lía no tenía idea de lo que iba a encontrar, pero sabía que cada segundo contaba.

Al llegar a la habitación de los gemelos, se detuvo. La puerta estaba cerrada, pero podía escuchar un leve murmullo que le hizo estremecer. Se acercó con cautela y, después de un instante de duda, empujó la puerta con fuerza. El sonido del crujido fue como un disparo en la quietud.

Al abrirse la puerta, se encontró con Hut, pero no era el mismo. La mirada perdida y la piel pálida la golpearon como un puñetazo en el estómago.

—Hut... ¿eres tú? —Lía preguntó, pero no recibió respuesta. En lugar de eso, Hut dio un paso hacia ella, y en ese momento, el aire se llenó de una energía oscura, casi palpable, que le hizo temblar.

Lía sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Ella sabía lo que debía hacer, pero el miedo se agarró de su garganta como un monstruo oculto en la oscuridad. ¿Sería capaz de salvar a Hut? ¿O se estaba enfrentando a un ser que ya no tenía nada de humano?

La figura de Hut se mantuvo en las sombras, su rostro apenas estaba iluminado por un rayo de luz que se filtraba a través de una ventana entreabierta. Pero lo que Lía pudo ver fue suficiente para provocar un terror indescriptible en su interior. Las comisuras de los labios de Hut se estiraron en una mueca siniestra, y una voz que no era suya surgió de su garganta.

—¿Cuál es la comida favorita de Hut? —preguntó, su tono imitaba la voz familiar, pero distorsionada, como si estuviera recitando una frase de un recuerdo oscuro.

Lía se quedó paralizada, su mente estaba luchando por procesar la situación. Aquellos recuerdos de los síntomas que había observado en los desaparecidos la invadieron como un torrente, y su corazón se hundió al darse cuenta de que estaba frente al captor, una manifestación de la oscuridad que había arrasado con tantas vidas.

—¿Qué le gusta hacer a Hut? —la criatura continuó, su tono burlón resonaba en las paredes de la habitación, como si se regocijara en el juego de terror que había creado.

El terror abismal la envolvió; la pregunta no era solo una burla, sino un recordatorio escalofriante de lo que había perdido. Sus manos temblaban incontrolablemente mientras su mente buscaba una salida. Instintivamente, giró la cabeza hacia la puerta, su única vía de escape.

En ese instante, Hut dio un par de pasos hacia adelante, y la luz entró con más fuerza en la habitación, revelando una escena de horror inimaginable. Lía sintió que su corazón se detenía al reconocer los cuerpos de sus padres, los de la familia Taimalys, despojados de su humanidad, siendo devorados por esa entidad. La piel pálida y flácida de los muertos era un recordatorio cruel de lo que estaba en juego.

Las palabras se le atascaban en la garganta, y el pánico la impulsó a retroceder. Un sudor frío le recorría la frente mientras buscaba desesperadamente una forma de escapar. La criatura frente a ella, ahora iluminada, mostraba una sonrisa monstruosa que destilaba satisfacción en medio del horror. Los ojos de Hut, o lo que quedaba de ellos, brillaban con una mezcla de hambre y locura.

Lía recordó las advertencias de los ancianos del pueblo sobre lo que acechaba en las sombras. No podía dejar que esa cosa la atrapara como a los demás. Tenía que encontrar una forma de huir.

Sin perder más tiempo, Lía dio un giro y corrió hacia la puerta. Las pisadas de Hut resonaron detrás de ella, un eco ominoso que la empujó a moverse más rápido. Al salir de la habitación, sintió una mezcla de alivio y terror al dejar atrás la vista de esa atrocidad.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora