64.Escalofrío Vertebral

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De repente, un estallido en la espesura rompió la quietud. Un estruendo tan violento que Lía casi perdió el equilibrio en la silla del caballo. La oscuridad pareció cobrar vida cuando una silueta negra salió disparada de entre las ramas, arrebatándole el pedazo de pan que aún sostenía en la mano. Lía dio un salto, con el corazón en la garganta, mientras su mente trataba de asimilar lo que acababa de suceder. Obelisco se agitó, sus músculos tensos, listos para huir.

Pero, en cuestión de segundos, la amenaza quedó expuesta: un cuervo. Solo era un cuervo, su plumaje negro como la noche y sus ojos brillantes, que ahora se alejaba con su botín en el pico. Lía soltó un suspiro largo, sintiendo el alivio mezclado con un toque de frustración.

—Maldito cuervo... —murmuró, llevándose una mano al pecho para calmar su acelerado corazón.

Tras unos segundos, volvió a enderezarse en la silla, acariciando de nuevo a Obelisco para calmarlo, aunque ella también lo necesitaba. El caballo, ya más tranquilo, dejó salir un resoplido suave. Lía respiró hondo, dejando que la calma volviera a instalarse en el ambiente.

—Sigamos —susurró, más para sí misma que para Obelisco. Había que continuar, el verdadero peligro seguía allá adelante, oculto en la penumbra del camino que aún no había recorrido.

Mientras seguía avanzando, Lía no se percató de inmediato del cambio en el ambiente. El sonido de los grillos y cuervos se había ido apagando lentamente, tan gradualmente que, al principio, pasó desapercibido. Solo cuando se encontró inmersa en un silencio abrumador fue que notó la ausencia de cualquier vida. Lo único que se escuchaba era el eco monótono del galopar de Obelisco sobre la tierra helada.

Lía, con una creciente inquietud, tomó la lámpara que colgaba de su montura y la levantó para iluminar los alrededores. Al principio, solo vio la oscuridad que rodeaba el bosque, pero cuando el haz de luz se enfocó en un lado del camino, su respiración se detuvo. Manchas de sangre. Rastro tras rastro, pequeñas marcas que conducían hacia los arbustos, como si algo herido o muerto hubiese sido arrastrado desde el camino. Sus ojos se movieron rápidamente, tratando de ver si había alguna señal de movimiento entre los árboles, pero todo permanecía estático, envuelto en un silencio sepulcral.

Bajó la lámpara, pensando en investigar más de cerca, pero una sensación de alerta recorrió su cuerpo. No era prudente. No serviría de nada bajar y examinar lo que probablemente ya sabía: alguien o algo había sido cazado. Respiró hondo, forzándose a mantener la calma. "No puedo detenerme aquí", pensó, mientras sus dedos apretaban las riendas con mayor fuerza.

Obelisco dio un leve resoplido, como si también percibiera la tensión en el aire, y con un ligero toque en su lomo, Lía lo instó a seguir adelante. El caballo obedeció, pero sus movimientos eran cautelosos, como si algo invisible lo perturbara.

A medida que avanzaba, la lámpara de Lía iluminó algo más. Manchas en los árboles cercanos, similares a las primeras, pero estas no estaban en el suelo. Eran como si una mano ensangrentada hubiera rozado los troncos, dejando huellas en su paso, un rastro más deliberado, casi burlón. Algo, o alguien, había dejado esas marcas a propósito, como si estuviera jugando un macabro juego con quien fuera lo suficientemente desafortunado para seguir el camino.

Un escalofrío recorrió la espalda de Lía. Sabía lo que estaba enfrentando, o al menos lo intuía. Esto no era un simple ataque de criaturas como los Tenebris, que se regocijaban en la destrucción y el caos. Había algo más. Algo mucho más perturbador. Era una presencia que no buscaba solo destruir, sino algo más inquietante: suplantar. Imitar a sus víctimas. Ser otra persona bajo una fachada engañosa.

Los rastros de sangre parecían ser solo un indicio de lo que podría venir. Lía sintió cómo su mente se llenaba de pensamientos inquietantes, y sus músculos se tensaban aún más. Sabía que lo que acechaba en esos bosques no se mostraría fácilmente, pero cuando lo hiciera, sería demasiado tarde para aquellos que bajaran la guardia.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora