Esencias Mágicas [Completa]

118.Invasión

Gober seguía riendo mientras caminaban, sintiendo que el peso de sus preocupaciones anteriores se había disipado por completo. De alguna manera, el futuro parecía un poco menos aterrador cuando lo bromeaba junto a Fargon.—Eso sería épico —continuó Gober, sin dejar de sonreír—. Aunque, honestamente, si llego a ser presidente, prometo que tú serás el encargado de la seguridad nacional. Nadie se atrevería a meterse conmigo.

Fargon soltó otra carcajada, golpeando suavemente el hombro de Gober.—Hecho. Ya estoy viendo los titulares: 'presidente Gober, el líder más carismático, y su guardaespaldas, el puño solitario, mantienen el orden en el país'. Todo un equipo invencible.

Ambos siguieron caminando, sus risas resonaban en la noche tranquila, mientras la ciudad los envolvía en su ritmo pausado. Aunque sabían que la vida real no era tan simple como una broma, ese momento de camaradería y risas les recordó que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro para enfrentar los desafíos que vinieran.

Mientras Fargon y Gober caminaban al lado de la escuela en dirección a sus casas, la conversación animada se interrumpió abruptamente. Un profundo terremoto retumbante llenó el aire, y el suelo comenzó a temblar bajo sus pies. Fargon miró a su alrededor, confundido, mientras Gober se quedó paralizado, su mirada oscilaba en diferentes puntos del suelo viendo lo que sucedía.

—¡Gober, ven aquí! —gritó Fargon, jalándolo del brazo. Aun así, su amigo parecía atrapado en un trance, absorto en lo que ocurría.

El concreto bajo ellos empezó a agrietarse, como si una fuerza implacable estuviera luchando por emerger desde las profundidades. De repente, una gigantesca estructura oscura emergió de la superficie, elevándose por encima de los edificios circundantes. Era una torre ominosa, un monumento de energía oscura que parecía absorber la luz a su alrededor, un espectáculo aterrador que hizo que el corazón de Fargon y su amigo se aceleraran.

—¡Corramos! —gritó Fargon, tomando el brazo de Gober con firmeza y tirando de él en dirección opuesta a la escuela. No había tiempo que perder; el sonido del concreto crujiente se intensificaba, y el aire se llenaba de una presión insoportable.

Con una mezcla de terror y adrenalina, ambos comenzaron a correr. A medida que se alejaban, Fargon miró hacia atrás y vio cómo las paredes del edificio se agrietaban aún más, algunos trozos de cemento estaban cayendo al suelo con estruendo. El caos se desató alrededor; otras personas y estudiantes corrían en direcciones aleatorias, gritando y tratando de encontrar seguridad.

—¿Qué demonios está pasando? —preguntó Gober, ahora más alerta, mientras corrían juntos, estaban esquivando escombros que caían.

—No lo sé, pero tenemos que llegar a un lugar seguro —respondió Fargon, su instinto protector tomaba el control. En ese momento, su mente se centraba únicamente en mantener a Gober a salvo.

Finalmente, lograron escapar de la inminente destrucción del edificio. Se detuvieron en la distancia, respirando pesadamente y mirando cómo la torre continuaba elevándose, su presencia oscura y dominante proyectaba una sombra sobre el campus. Ambos sabían que lo que habían presenciado era solo el comienzo de algo mucho más grande y peligroso.

—Esto no es normal... —dijo Gober, su voz temblaba de miedo—. ¿Qué hacemos ahora?Fargon frunció el ceño, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. No tenían respuestas.

Decidieron buscar a cualquiera de las dos personas que podrían explicarles lo que acabó de suceder.

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Los hermanos Fortune habían regresado a la casa de sus tíos, era un momento de mucha felicidad por todo el progreso que la familia estaba logrando, Todder conoció a sus tíos, ya que nunca se importó por verlos. Lía estaba feliz de brindarle más apoyo familiar a su hermano y sus tíos estaban disfrutando la victoria de su sobrino en la corsa della furia. A pesar de que era la primera vez que veían a Todder, estaban orgullosos por su éxito reciente.