96.Cenizas De Negación

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Durante la aceptación y convivencia con Orión y sus tíos Lía encontró mucho tiempo confortable, proporcional a la presión que vivió en la restauración de la biblioteca de Glaciora, y algo en ella necesitó salir, quiso buscar a una persona que aun faltaba integrarse a la familia. Supo que sobrevivió porque no lo vio inconsciente cuando Ronald los rescató. Todder se había esfumado y no le dio señales de vida en los años siguientes, pero sinceramente Lía sabía donde encontrarlo sin mucho esfuerzo, era el momento correcto para hablar con el.

Lía avanzó a través de las Ruinas Oscuras, el terreno áspero y desolado se extendía ante ella como un mar sombrío de escombros y sombras. El cielo, encapotado y gris, proyectaba una luz tenue que apenas lograba iluminar los antiguos vestigios del lugar. El viento soplaba con una fuerza gélida, y el suelo, cubierto de piedras rotas y polvo, crujía bajo sus pasos.

Finalmente, su mirada se posó en un pequeño campamento improvisado entre las ruinas: una fogata débilmente iluminaba un par de tiendas de campaña desgastadas y un par de objetos dispersos que hablaban de la presencia de alguien. En medio del campamento, se encontraba Todder, su hermano, que parecía tan desolado como el entorno que lo rodeaba. Su figura era dura y sus movimientos eran bruscos, reflejo de un espíritu quebrado y rebelde.

Lía se acercó con determinación, tenía el rostro endurecido por la necesidad de ayudar a su hermano, aunque sus propios sentimientos de pérdida y frustración la acompañaban. Todder, al notar su presencia, levantó la vista desde el suelo donde estaba tirado un trozo de madera quemada. Sus ojos, llenos de resentimiento y dolor, se encontraron con los de Lía.

—¿Qué haces aquí? —gruñó Todder, su voz estaba cargada de hostilidad—. ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a molestarme en este lugar?

Lía se cruzó de brazos, tenía el sarcasmo en su tono habitual, aunque había una nota de sincero intento de reconciliación en sus palabras. 

—Ah, sí, claro, Todder, porque cuando alguien está en ruinas emocionales y no sabe cómo salir, es la mejor idea quedarse solo en una cueva oscura, ¿no?

Todder se levantó de un salto, su ira emergió con la fuerza de una tormenta. 

—¡¿Y qué mierda sabes tú de mi dolor?! ¡Eres la última persona que debería darme lecciones!

El campamento se llenó de una tensión en aire, hubo un prolongado silencio que solo era invadido por el crepitar de la débil fogata.

Todder, regresó a sentarse y disimular como si Lía no estuviera presente. A pesar de los años, su hermana no había olvidado su apariencia, ni su rostro marcado por la ira y el dolor. El tiempo parecía haberse detenido para él, atrapado en un ciclo interminable de sufrimiento.

Lía se acercó con pasos medidos, cada uno resonaba en el silencio opresivo del lugar. Su corazón palpitaba con una mezcla de ansiedad y esperanza. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vio a Todder, y el dolor de su pérdida aún era fresco. Él levantó la vista, pero no con la sorpresa esperada. En lugar de eso, la expresión en su rostro fue de completa incredulidad, como si la idea de que Lía hubiera llegado a ese lugar fuera inconcebible.

—Lía... ¿Qué rayos estás haciendo aquí? —preguntó Todder, su voz estaba cargada de antipatía y un toque de hostilidad. Sus ojos, aún llenos de dolor, reflejaban una mezcla de confusión y rechazo.

Lía, sin dejar que el tono áspero de su hermano la desanimara, intentó mantener un tono de calma y empatía. 

—Vine a buscarte, Todder. Sabía que estabas aquí, aislado, y no podía dejarte en este lugar solo. Lo que pasó con nuestros padres... fue devastador para todos nosotros. Pero estar aquí, lejos de todo, no va a ayudarte a sanar.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora