70.Perspectivas Múltiples

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De repente, el silencio fue brutalmente interrumpido. La puerta de la habitación se abrió de golpe, estampándose contra la pared con un estruendo que resonó en todo el templo. El impacto fue tan violento que Richard sintió el eco del ruido vibrar en sus huesos, dejándolo momentáneamente aturdido.

Un hombre con túnica roja irrumpió en la habitación como una tormenta desatada. Su presencia era imponente, con su porte estricto y mirada acerada. La desconfianza hacia Richard era palpable en sus ojos.

—¡Soy Thalos Steelfire y seré tu corrupción! —gritó Thalos, con su voz cortando el aire como un látigo, las pisadas que el hombre daba estremecían la escasa paz y quietud del lugar, tenía un cuerpo robusto y su rostro era tosco, y una mirada completamente exigente—. No hay tiempo para languidecer en la oscuridad. Tu entrenamiento no espera.

Richard, todavía aturdido por el inesperado y violento ingreso de Thalos, tardó unos segundos en reaccionar. El estruendo aún resonaba en su mente, y la brusquedad del mentor lo había dejado sin aliento. Aun así, forzó su cuerpo agotado a moverse, sintiendo cada músculo protestar mientras se incorporaba lentamente.

Thalos no mostró ni una pizca de compasión. Su mirada severa se mantuvo fija en Richard, evaluándolo, juzgándolo.

—Más acciones y menos silencio, la energía oscura no te vencerá mientras yo tenga algo que decir al respecto. Ahora, ¡sigue mis órdenes sin vacilar!

Richard se levantó de la cama, su cuerpo tembloroso y su mente aún seguía abrumada por la opresiva atmósfera de la habitación. La disciplina implacable de Thalos era un recordatorio constante de la difícil y ardua batalla que tenía por delante. Pero en ese momento, mientras luchaba por mantenerse firme bajo la dura mirada del mentor, Richard supo que no podía permitir que la oscuridad ni el agotamiento lo vencieran.

—Estoy listo —murmuró Richard, con su voz apenas un susurro en el aire pesado de la habitación. Aun así, había una chispa de determinación en sus ojos, un reflejo de la lucha interna que se negaba a ceder ante las circunstancias. Thalos asintió, con una expresión inalterable, y salió de la habitación, esperando que Richard lo siguiera, dejando la puerta abierta detrás de él.

Desde que Richard llegó al Templo de los Redimidos, sus días se llenaron de una rutina agotadora y exigente bajo la estricta supervisión de Thalos Steelfire. Desde el amanecer, hasta bien entrada la noche, Thalos sometía a Richard a ejercicios extremos, diseñados para probar no solo su resistencia física sino también su fortaleza mental. Cada entrenamiento era una prueba de su determinación y voluntad. Las jornadas comenzaban con carreras a través de terrenos escarpados a lo largo del acantilado, seguidas de intensas sesiones de combate y agotadores ejercicios de resistencia. Thalos no daba tregua ni mostraba compasión, exigiendo siempre el máximo esfuerzo de Richard. Tan pronto como Thalos sintiera inseguridades en el hombre, su creatividad demostraba que siempre encontraba la forma de sentirlo mas expuesto. 

Un día mientras estaba corriendo y cansado de estar dándolo todo, decidió disminuir el paso, debido a que los demás discípulos estaban lanzándole miradas de odio y repudio, Richard no pudo mantenerles la mirada, perdió el enfoque. Entonces Thalos con un ademán, dejó al muchacho sin su túnica, exponiendo solo su ropa interior.

—¡Usa esa adrenalina a tu favor! —a pesar del momento cómico para los demás, Richard fue brindándole foco a lo que realmente le importa, su progreso, su meta, y ese día superó las expectativas de Thalos.

Al principio, Richard se sentía abrumado. Su cuerpo, aún recuperándose de los fracasos pasados, protestaba ante la constante presión. Pero con el tiempo, empezó a encontrar una extraña sensación de consuelo en la brutalidad de Thalos. La agresividad y asertividad del mentor eran como una guía firme en medio del caos. Cada orden, cada corrección brusca, era una señal clara de lo que debía hacer, eliminando cualquier ambigüedad. Richard se dio cuenta de que, en esa dureza, había una forma de atención que no había encontrado en otro lugar. Thalos lo empujaba constantemente a superar sus límites, y aunque las palabras eran duras, no dejaban espacio para la duda.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora