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Desde aquel encuentro en la oficina Mayte no había vuelto a ver a Gerardo y ya había pasado bastante tiempo, Gracias a Dios el doctor ya le había dado el alta y solo tenía que tomar un par de terapias para recuperarse pronto, Manuel estaba muy feliz pues todo en su vida iba marchando muy bien, la empresa aumentaban sus ventas, el rancho había comenzado a generar más producción y su matrimonio con Mayte estaba en su mejor momento, no podía esperar el momento a que se llegara la hora de salida para estar a su lado en casa aunque a veces ella lo sorprendía con deliciosas cenas y exquisitos masajes que lo hacían dormir demasiado bien por las noches, Manuel se encontraba trabajando ajustando los últimos detalles de una importante presentación para unos clientes estadounidenses, cuando vio que un correo nuevo había llegado a su bandeja de entrada y el remitente era Mayte, intrigado abrió el mensaje y no pudo evitar sonreír al leer las palabras tan picantes de su esposa.

"Disculpe usted distinguido señor Mijares, le comento que en estos días me he sentido algo estresada, con todo el respeto que una persona tan ocupada como usted merece me atrevo a preguntarle si, ¿tiene usted un momento libre?, la verdad es que necesito que me de un masaje en el cuello uterino, también para que me eche todas sus bendiciones, sin más que agregar quedó al pendiente de su respuesta, saludos cordiales."

Manuel soltó una carcajada, divertido por la forma en que Mayte siempre lograba sacarlo de la rutina con su sentido del humor, sin pensarlo dos veces, decidió que era momento de dejar el trabajo y atender la "solicitud" de su esposa, cerró su computadora portatil, se despidió de David y salió de la oficina con una sonrisa en los labios.

Durante el trayecto a casa, Manuel se sintió emocionado, su relación con Mayte era tan maravillosa como al principio y en las últimas semanas todo parecia estar mejorando, la empresa estaba en su mejor momento, el rancho estaba produciendo más que nunca y su matrimonio estaba más fuerte que nunca, no podía esperar para llegar a casa y pasar toda la noche entre los brazos de Mayte.

Al llegar a casa, Manuel encontró la puerta entreabierta, lo que indicaba que Mayte estaba atenta a su llegada, entró con una sonrisa y la encontró esperándolo en la sala vestida con una bata de seda que dejaba poco a la imaginación.

Señor Mijares-Dijo Mayte con una sonrisa traviesa-Me alegra que haya decidido tomarme en cuenta y atender mi petición-Dijo mirándolo fijamente y Manuel se acercó a ella pasando sus brazos alrededor de su cintura.

No podría resistirme a una solicitud tan formal y persuasiva-Respondió Manuel inclinándose para besarla suavemente.

Mayte lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación, donde había preparado un ambiente íntimo con velas y música suave.

Espero que esté preparado para darme todas esas bendiciones que prometió-Dijo Mayte desatando la bata y dejándola caer al suelo y Manuel la miró con admiración y deseo.

Estoy más que preparado-Susurró Manuel comenzando a acariciar su piel con ternura, sus manos se movieron lentamente recorriendo su espalda, hombros y cuello, disfrutando del contacto con su esposa mientras que Mayte cerró los ojos disfrutando de las caricias de Manuel.

Tienes unas manos mágicas-Murmuró Mayte inclinando la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso.

Manuel sonrió y continuó explorando su cuerpo con suavidad pero con una intención clara.

Entonces, señorita-Dijo Manuel sonriéndole mientras continuaba explorando explorando su cuerpo con suavidad pero con una intención clara-¿Dónde más necesita que le eche bendiciones?-Dijo en tono juguetón y Mayte lo miró con una mezcla de diversión y deseo.

Donde tú creas que hace falta-Respondió Mayte llevando las manos de Manuel hacia su cintura.

Manuel sonrió y continuó explorando su cuerpo, sus caricias se volvieron más intensas, llenas de deseo, lentamente la inclinó hacia la cama dejándola recostarse mientras él se posicionaba sobre ella, comenzó a besar su cuello bajando lentamente hacia sus pechos disfrutando de cada gemido que escapaba de los labios de Mayte, la pasión entre ellos se encendió rápidamente, Manuel la adoraba con cada beso, con cada caricia, Mayte con los ojos cerrados y los labios entreabiertos respondió con la misma intensidad abrazándolo, acariciándolo sintiendo cómo sus cuerpos se sincronizaban en un ritmo perfecto, la conexión que compartían en ese momento era profunda, mucho más allá de lo físico.

El tratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora