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Manuel decidió regresar al salón y fue en busca de una botella de whisky, un trago, dos y al tercero perdió la cuenta, con la botella de whisky aún en la mano subió las escaleras del apartamento con pasos torpes y pesados, cada peldaño se sentía como una montaña pero no importaba, estaba borracho, furioso, y el dolor en su pecho lo estaba consumiendo, tropezó un par de veces soltando maldiciones al aire hasta que finalmente llegó a la puerta de su habitación, empujó la puerta y entró haciendo un estruendo que resonó por toda la casa.

Mayte que estaba medio dormida se sobresaltó al escuchar el ruido, se giró en la cama con los ojos aún hinchados de llorar y vio a Manuel tambaleándose en la entrada causando que su corazón se hundiera en su pecho al ver su estado.

Manuel, no quiero que te acuestes conmigo en ese estado-Dijo Mayte con su voz firme pero llena de cansancio.

Manuel la ignoró completamente, se acercó a la cama casi tropezando con sus propios pies y comenzó a besarla sin control, sus labios torpes buscando su piel y aunque Mayte intentó apartarse él la mantenía cerca con sus manos erráticas y desesperadas.

¡Estás borracho, Manuel! ¡No hagas esto!-Exclamó empujándolo ligeramente intentando que se detuviera.

Manuel con los ojos vidriosos y la mente nublada por el alcohol no hizo caso, se arrancó la camisa con dificultad haciendo que los botones cayeran por el cuarto y luego con sus manos temblorosas trató de quitarse los pantalones, tropezó un par de veces casi cayéndose hasta que finalmente logró quitárselos y quedó en sus boxers, se dejó caer en la cama pesadamente respirando con dificultad.

Mayte lo miró con frustración mezclada con tristeza, ella había esperado tanto de esa noche deseando que pudieran encontrar algún tipo de paz después de todo lo que habían pasado pero ahora todo lo que sentía era una profunda decepción.

¿En serio, Manuel? ¿Así vamos a terminar la noche?-Murmuró más para sí misma que para él.

Manuel con la mirada perdida simplemente se recostó al lado de ella con su respiración pesada y desordenada, Mayte se giró hacia el otro lado tratando de contener las lágrimas que amenazaban con volver, la habitación estaba en silencio salvo por los sonidos de la respiración entrecortada de Manuel.

Mientras el dolor y la amargura la envolvían Mayte se dio cuenta de que aunque estaban en la misma cama en realidad estaban más distantes que nunca, se quedaron así en la oscuridad cada uno luchando con sus propios demonios sin poder encontrar consuelo en el otro.


...

Por la mañana, Mayte despertó temprano sintiendo el peso de la noche anterior en su pecho, se giró para mirar a Manuel que dormía profundamente ajeno a la tormenta de emociones que la había mantenido despierta durante horas, su rostro parecía tranquilo sin el rastro de la furia y el dolor que había mostrado la noche anterior, por un momento ella lo observó en silencio preguntándose cómo habían llegado a este punto, sin hacer ruido se levantó de la cama y se dirigió al baño, necesitaba despejar su mente y tomar un poco de distancia, se dio una ducha rápida dejando que el agua caliente se llevara parte de la tensión acumulada en su cuerpo, después se vistió lo más casual y comoda posible optando por unos jeans cómodos y una blusa sencill mientras se miraba en el espejo se preguntó qué era lo que realmente quería hacer ahora que ambos conocían la verdad, sentía que necesitaba pensar, alejarse del caos que había invadido su hogar, decidió que desayunaría fuera de casa, la idea de quedarse lidiando con el silencio incómodo y las miradas de Manuel cuando despertara era demasiado abrumadora, en lugar de eso pensó que sería una buena idea visitar a sus padres, hacía tiempo que no los veía y tal vez estar con ellos le daría algo de claridad.

El tratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora