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Después de disfrutar del vino y la vista, ambos decidieron que era momento de explorar los alrededores, se cambiaron rápidamente y bajaron a la playa donde la arena blanca y suave se extendía ante ellos como un lienzo en blanco, Mayte se quitó los zapatos y dejó que la arena cálida acariciara sus pies mientras caminaban juntos hacia la orilla, el agua estaba cristalina con tonalidades que iban desde el azul profundo hasta el verde esmeralda, las olas eran suaves lamiendo la orilla con un murmullo relajante.

Es aún más hermoso de lo que imaginaba-Dijo Mayte respirando profundamente el aire marino.

Y esto es solo el comienzo-Respondió Manuel-Tenemos todo el fin de semana para disfrutar de este paraíso-Dijo sonriendo.

Caminaron de la mano a lo largo de la playa dejando que el tiempo se deslizara sin prisa, conversaron sobre todo y nada, disfrutando de la sencillez de estar juntos.

¿Sabes?-Manuel se detuvo y miró a Mayte con una expresión de cariño-A veces me cuesta creer que haya tenido tanta suerte de encontrarte-Dijo con su voz llena de sinceridad.

Yo soy la que tuvo suerte, no puedo imaginar mi vida sin ti-Dijo Mayte girándose para mirarlo sintiendo el calor de sus palabras en lo más profundo de su corazón.

Manuel sonrió y la atrajo hacia sí para un beso largo y tierno, el sonido del mar, la calidez del sol y la suavidad de la arena bajo sus pies hacían de ese momento algo perfecto.

Después de un rato, decidieron regresar al hotel para prepararse para la cena, habían reservado una mesa en un restaurante cercano, famoso por su cocina local y vistas panorámicas al atardecer, Mayte se tomó su tiempo eligiendo un vestido que resaltara el ambiente romántico del lugar mientras Manuel la observaba con admiración.

Estás preciosa-Dijo Manuel cuando ella se dio la vuelta para mostrarle el resultado.

Gracias, estoy feliz de estar aquí contigo-Respondió Mayte sonriendo.

Bajaron al restaurante poco antes de que el sol comenzara a ponerse, la terraza al aire libre ofrecía una vista inigualable del cielo que se teñía de naranjas, rosas y violetas, se sentaron en una mesa cerca del borde donde podían escuchar el suave murmullo del mar mientras esperaban su cena.

Mientras compartían una deliciosa comida de mariscos frescos y otros platillos locales, continuaron hablando de sus planes para los próximos días, querían explorar algunas playas más apartadas, visitar un parque natural cercano y por supuesto disfrutar de momentos de descanso y relajación en el hotel.

Cuando el postre llegó, un exquisito pastel de coco y maracuyá, el cielo ya estaba oscuro, iluminado solo por las estrellas y la luz tenue de la luna.

No podría pedir un momento más perfecto-Dijo Mayte saboreando el dulce y mirando a Manuel a través de la mesa.

Y esto es solo el comienzo-Respondió Manuel-Lo mejor aún está por venir-Dijo tomando su mano sobre la mesa.

Después de la cena, decidieron dar un paseo nocturno por la playa antes de regresar a su suite, el aire era fresco y la luna brillaba creando un ambiente mágico, caminaron en silencio disfrutando de la compañía del otro y de la belleza del entorno.

Al regresar a su habitación, ambos se sintieron completamente en paz, escuchando el sonido del mar a través de la ventana abierta, no necesitaron decir más porque en ese momento todo estaba dicho, estaban juntos en un lugar hermoso y la felicidad que sentían era suficiente para llenar sus corazones.

El fin de semana apenas comenzaba pero ya sabían que sería uno de esos momentos que recordarían para siempre, en la privacidad de su habitación, la atmósfera se llenó de una mezcla de ternura y deseo, la luz suave que entraba por la ventana iluminaba sus rostros mientras Manuel con delicadeza comenzaba a besar a Mayte, sus labios recorrían lentamente su cuello, su clavícula y con cada beso, ella sentía cómo la conexión entre ambos se fortalecía aun más, Manuel con una sonrisa cargada de amor deslizó sus manos hacia el lazo del vestido de Mayte desatándolo con cuidado, el vestido cayó suavemente al suelo revelando la piel cálida y suave de Mayte que se estremeció al sentir el contacto de las manos de Manuel sobre ella, sus respiraciones se entrelazaban creando un ritmo que reflejaba la intimidad del momento, Mayte lo miró a los ojos viendo en ellos no solo el deseo sino también la promesa de un futuro juntos, Manuel la sostuvo con ternura bajando lentamente hacia la cama.

El tratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora