Money [YM][✓]

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Jimin se acercó nuevamente, esta vez poniendo una mano en el hombro de Yoongi, apretando ligeramente en un gesto de apoyo.

—No tienes que hacerlo solo. —dijo Jimin, su tono bajo, pero lleno de una promesa tácita. —Siempre estaré aquí para ayudarte, Yoongi, no importa lo que pase esta noche, o cualquier otra noche y por lo de ayer no pasa nada.

Yoongi giró, enfrentando a Jimin directamente, sus ojos llenos de una mezcla de emociones. Sabía que Jimin tenía razón; no estaba solo, no mientras Jimin estuviera a su lado. Con un suspiro, asintió y permitió que una pequeña sonrisa cruzara su rostro.

—Vamos a deslumbrarlos esta noche. —dijo Yoongi, su voz finalmente cargada de la determinación que había estado buscando.

Jimin sonrió, satisfecho con la transformación en la actitud de Yoongi.

—Eso es lo que me gusta oír. —respondió y con una última mirada de aprobación, ambos salieron del vestidor, listos para enfrentar lo que la noche tenía reservado.

***

La cena se llevó a cabo en uno de los salones más lujosos de Seúl, un lugar que exudaba elegancia en cada detalle. Las paredes estaban adornadas con obras de arte originales, y las luces de cristal colgaban del techo, bañando todo en un brillo cálido y dorado. Mesas finamente decoradas llenaban la sala, cada una con manteles de seda y arreglos florales que parecían más obras de arte que simples decoraciones. El ambiente era exclusivo, reservado sólo para aquellos que pertenecían a la élite de la sociedad.

Jimin y Yoongi llegaron juntos, y desde el primer momento, todas las miradas se dirigieron hacia ellos. Jimin, como siempre, irradiaba confianza y poder, su presencia dominando el espacio. Yoongi, a su lado, era un contraste intrigante, su belleza sencilla y su porte algo reservado destacando de una manera que no había sido vista antes en este tipo de eventos.

A medida que se acercaban a la mesa principal, los murmullos en la sala aumentaron. Algunos no reconocían a Yoongi, los invitados comenzaron a especular, susurrando entre ellos mientras los dos jóvenes tomaban sus asientos.

Mientras la cena avanzaba, Jimin se permitía observar a su alrededor, evaluando cada detalle de la noche que él mismo había ayudado a orquestar. Todo estaba saliendo según lo planeado, y aunque mantenía una fachada tranquila y sofisticada, una chispa de satisfacción brillaba en sus ojos.

Fue entonces cuando la vio, una mujer, elegantemente vestida, estaba sentada en una de las mesas más cercanas al frente, conversando en voz baja con algunas de las figuras más importantes de la sala. Jimin la reconoció al instante. Era la mujer que durante años había afirmado ser su madre, aunque su relación con ella siempre había sido más un asunto de conveniencia que de afecto genuino.