Jimin se encontraba en su lujosa suite, envuelto en una suave bata de seda blanca, los bordes dorados brillando a la luz tenue del atardecer que aún entraba por el ventanal. Sostenía una copa de vino tinto, haciendo girar lentamente el líquido oscuro mientras observaba la pantalla de su teléfono. Su expresión, normalmente relajada, estaba teñida de algo mucho más profundo: satisfacción.
La noticia que estaba leyendo detallaba el escándalo que ahora dominaba los titulares en Corea. Los nombres de Jennie, Rose, Namjoon y Hoseok aparecían en letras grandes, acompañados de palabras como "bullying", "acusaciones" y "controversia". Las fotos de ellos, con semblantes tensos y en medio de declaraciones públicas apresuradas, lo decían todo. Jimin no pudo evitar esbozar una sonrisa ladina al ver cómo los cuatro caían uno tras otro en la espiral de rumores y acusaciones.
—Finalmente. —murmuró para sí mismo, llevándose la copa a los labios y saboreando el vino con un aire de triunfo. —Obtuvieron lo que merecieron.
Lo que nadie sabía, lo que ni siquiera podían sospechar, era que Jimin había estado detrás de todo. Esa serie de publicaciones anónimas, esos hilos que parecían surgir de la nada, no habían sido accidentales. Cada pieza había sido colocada meticulosamente, cada palabra había sido calculada para desmoronar lentamente la imagen intachable de esos cuatro chicos que, durante tanto tiempo, habían vivido sin enfrentar las consecuencias de lo que le hicieron.
El pasado de Yoongi, uno que Jimin había estaba ahora cobrando venganza. No era fácil vivir con las heridas del acoso y la traición, especialmente cuando venían de personas cercanas, de compañeros que en público parecían aliados, pero en privado se habían convertido en su mayor fuente de dolor. Jimin nunca lo había olvidado. Y aunque la carrera de Yoongi floreció, esos recuerdos permanecieron, como cicatrices invisibles que solo él podía sentir.
Sabía muy bien que Jennie, Rose, Namjoon y Hoseok formaron una especie de grupo secreto. En público eran amables, sonrientes, los chicos perfectos, pero en privado lo excluían, lo ridiculizaban y minaban su confianza poco a poco. Aquel entonces, Jimin sabía que Yoongi era vulnerable, un chico joven lleno de sueños que solo quería encajar. Pero ellos lo habían hecho sentir pequeño, insignificante, como si su lugar en ese mundo no valiera nada. Las palabras crueles y las risas a sus espaldas, las bromas pesadas que nunca parecían terminar todo estaba grabado en su memoria.
Pero ahora, todo había cambiado, Yoongi no era el chico inseguro que había sido. Ahora era uno de los chicos más grandes del mundo, y con esa posición, había llegado su momento de ajustar cuentas. La venganza, fría y calculada, había sido su respuesta. Cada detalle del escándalo que Jimin había hecho fue planeado minuciosamente, asegurándose de que las sospechas nunca recayeran sobre él o mucho menos en Yoongi. No había dejado huellas, solo piezas dispersas que, cuando cayeron, lo hicieron todo implosionar desde dentro.
Observó las caras de Jennie y Rose en la pantalla, tensas y llenas de angustia. No era algo que le complaciera en el sentido más simple; no disfrutaba del dolor ajeno, pero tampoco sentía culpa. Para él, esto no era más que justicia. Mientras Jimin seguía leyendo los artículos, Yoongi apareció en la habitación, con una toalla alrededor del cuello, aún húmedo por la ducha que acababa de tomar.
—¿Todo bien? —preguntó, notando la mirada concentrada de Jimin en el teléfono.
Jimin levantó la vista, su sonrisa apenas visible detrás del borde de su copa.
—Sí... todo está perfecto. —respondió en un tono suave, pero con un trasfondo oscuro que solo él comprendía.
Yoongi, sin darle mayor importancia, asintió y se dirigió hacia el balcón para observar el paisaje, ajeno al torbellino de pensamientos que pasaba por la mente de su ahora esposo. Jimin, por su parte, volvió a enfocar su atención en la pantalla, sintiendo el eco silencioso de su victoria. Sabía que lo que había hecho cambiaría las cosas para siempre, pero en su mente, ya no había vuelta atrás. El pasado había reclamado su pago, y él había sido quien lo cobró.
—Madre ahora te toca a ti. —Sonrió.

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Money [YM][✓]
Fiksi PenggemarDónde Park Jimin es un chico de 21años, multimillonario y muy caprichoso, que lo que quiere lo obtiene y no va a descansar hasta tener entre sus piernas a Min Yoongi un chico de 23 años que es un pasante en la empresa de su padre. ¿Lo quiero? Lo ten...