Capítulo 22: El Entrenamiento de Fénix

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Capítulo 22: El Entrenamiento de Fénix

El sol matutino apenas ha comenzado a asomar entre las copas de los árboles cuando Fénix y Alucard llegan a un claro en medio del bosque. La brisa fresca mueve suavemente las hojas, pero el ambiente está cargado de tensión. En el centro del claro, una enorme piedra de aproximadamente una tonelada espera a Fénix, quien observa la roca con una mezcla de incredulidad y sarcasmo.

Alucard: (con una sonrisa torcida) "Ah, ahí está. Tu nueva mejor amiga por hoy. Es solo una simple tarea, Fénix. Lleva esa piedra hasta la cima de la colina, tírala, y luego vuelve a subirla. Así, diez veces."

Fénix: (arqueando una ceja) "¿Diez veces? ¿Te tomaste tu tiempo para pensar en la tortura más ridícula posible, o esto lo sacaste de algún manual de entrenamiento medieval?"

Alucard: (con su tono habitual, calmado y provocador) "Oh, no te preocupes. No es ridículo, es eficaz. Te prometo que sentirás cada uno de tus músculos gritar piedad al final de esto. Y en cuanto al manual... digamos que lo aprendí en la mejor escuela: la vida misma."

Fénix se acerca a la piedra y la examina de cerca. Mientras lo hace, Alucard, con una sonrisa traviesa, comienza a cambiar de forma. Su figura se transforma hasta que toma la apariencia de Enid. Alucard, ahora con la apariencia de Enid, se acerca a Fénix con una expresión insinuante.

Alucard (como Enid): (con voz suave y seductora) "Oh, Fénix, cariño. Sabes cuánto me gustan los hombres fuertes... ¿Te imaginas lo que podría hacer contigo si logras llevar esa piedra diez veces?"

Fénix, quien al principio se queda sin palabras, rápidamente recupera su compostura. Aunque está claramente incómodo por la situación, no puede evitar el sarcasmo que le sale naturalmente.

Fénix: (con un suspiro exagerado y un toque de sarcasmo) "¿De verdad, Alucard? ¿Así es como piensas motivarme? ¿En serio crees que una versión barata de Enid va a hacer que me ponga a cargar rocas?"

Alucard (como Enid): (con una risa suave, volviendo a su forma original) "Nunca subestimes el poder de una buena motivación, Fénix. Pero veo que no necesitas incentivos adicionales. Tu orgullo hará el trabajo."

Fénix suelta un resoplido, resignado a su destino, y se agacha para levantar la enorme piedra. Con un esfuerzo titánico, logra alzarla sobre sus hombros y comienza a caminar hacia la colina. Alucard lo observa desde una distancia, disfrutando del espectáculo.

Fénix: (jadeando mientras sube la colina, murmurando para sí mismo) "Por supuesto, esto tiene que ser parte del gran plan de Alucard. Torturarme hasta que esté tan cansado que no pueda ni pensar en sarcasmos. Diez veces... lo que sea."

Alucard: (gritando desde abajo con su tono habitual de burla) "¡Vamos, Fénix! Solo te quedan nueve más. Y no te olvides, mientras más rápido lo hagas, más rápido podrás dejar de verme como tu jefe de entrenamiento."

Fénix, sin perder el ritmo, sigue subiendo la colina. El sarcasmo le ayuda a soportar el peso de la piedra y la repetitiva tarea, aunque no puede evitar lanzarle una última respuesta a Alucard.

Fénix: (sin voltear, pero con una sonrisa amarga) "Solo espero que tu próxima lección no involucre hacer malabares con espadas encendidas... aunque conociéndote, probablemente lo esté llamando."

El sol ha comenzado a ascender en el cielo, marcando el paso del tiempo. Fénix, cubierto de sudor y con los músculos ardiendo, termina su décima subida a la colina. Con un último esfuerzo, deja caer la piedra desde la cima, y esta rueda pesadamente hacia la base de la colina, levantando una nube de polvo al caer. Fénix se deja caer sobre sus rodillas, jadeando mientras intenta recuperar el aliento. Siente cada músculo de su cuerpo temblar por el agotamiento, pero también una extraña sensación de logro. Sin embargo, esa sensación es de corta duración cuando escucha la voz de Alucard, tranquila y firme.

Alucard: (con su tono característico de burla suave) "Buen trabajo, Fénix. Pero ahora es hora de lo verdaderamente interesante. ¿Qué tal si haces cien más?"

Fénix levanta la cabeza lentamente, mirando a Alucard con incredulidad. La idea de hacer cien más le parece absurda, incluso para los estándares de Alucard.

Fénix: (con un resoplido de exasperación, mezclado con sarcasmo) "¿Cien? ¿Es en serio? ¿Quieres que me convierta en una montaña de músculos inútiles o qué? Ya estoy bastante cansado como para siquiera pensar en caminar, y ahora me dices que haga cien vueltas más... Estás completamente loco."

Alucard observa a Fénix con una sonrisa despreocupada, disfrutando de la resistencia del joven. Aunque Fénix se queje, sabe que el entrenamiento está comenzando a tener el efecto deseado.

Alucard: (cruzando los brazos, con una expresión de satisfacción) "Vamos, Fénix. Sabes que esto es solo el principio. Tienes que superar tus límites si quieres controlar lo que llevas dentro. Además, ya te lo dije antes, tu orgullo hará el trabajo."

Fénix, todavía respirando con dificultad, se incorpora lentamente. Sus piernas tiemblan por el esfuerzo, pero sabe que no tiene otra opción más que continuar. Alucard no es el tipo de mentor que permite la mediocridad, y Fénix tampoco es el tipo de persona que se rinde fácilmente, incluso cuando cada fibra de su ser grita por descanso.

Fénix: (murmurando para sí mismo, mientras toma nuevamente la piedra) "Esto es una locura... pero si esto es lo que se necesita para sobrevivir, entonces que así sea."

Con un esfuerzo renovado, Fénix vuelve a levantar la piedra sobre sus hombros. Mientras comienza la primera de las cien vueltas adicionales, Alucard lo observa con una mirada evaluadora. Ve la determinación en los ojos de Fénix, pero también nota que el agotamiento físico está empezando a afectar su mente. Y eso es exactamente lo que Alucard quiere. Porque solo en ese estado de agotamiento extremo, Fénix podrá acceder a la verdadera fuente de su poder.

Mientras Fénix sigue trabajando, Alucard se sumerge en sus pensamientos, considerando el siguiente paso en el entrenamiento de su pupilo. Ha llegado el momento de probar si Fénix puede controlar su forma de Uber Lycan, la transformación más poderosa que un lycan puede alcanzar, pero también la más peligrosa si no se maneja con cuidado.

Alucard: (hablando consigo mismo, en voz baja, con una sonrisa) "Es hora de ver si puedes domar a la bestia que llevas dentro, Fénix. Y si no lo haces... bueno, siempre hay otros métodos."

Mientras observa a Fénix subir y bajar la colina una vez más, Alucard reflexiona sobre cuánto tiempo han pasado entrenando en este lugar remoto. La última vez que estuvieron en Tokio parece haber sido hace eones, aunque en realidad no ha sido tanto tiempo.

Alucard: (pensando en voz alta) "¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estábamos en Tokio? Meses, quizás... Pero este bosque ha sido nuestro hogar durante este tiempo. Y aún queda mucho por hacer antes de que podamos regresar."

El entrenamiento en este entorno aislado ha sido crucial para Fénix, alejándolo de las distracciones del mundo exterior y permitiéndole concentrarse completamente en dominar sus habilidades. Pero Alucard sabe que el tiempo se está acabando. Pronto, tendrán que enfrentarse a desafíos aún mayores, y Fénix debe estar preparado.

Fénix sigue subiendo y bajando la colina, con cada paso sintiendo cómo sus músculos se tensan al borde del colapso. Sin embargo, a pesar de la fatiga, sigue adelante, motivado por su determinación de dominar su poder y demostrar que es más fuerte de lo que incluso Alucard podría imaginar.

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