Capítulo 75: El Uber Lycan No Descansa

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Capítulo 75: El Uber Lycan No Descansa

El reloj marcó las 5:30 AM, y Fénix, aún cansado, decidió que era hora de volver al trabajo. Sabía que intentar descansar era inútil; la rutina lo mantenía enfocado, al menos en apariencia. Con un suspiro, se levantó y se dirigió al baño. El agua fría en su rostro ayudó a despejar la niebla del insomnio, aunque no hizo mucho por mejorar su humor.

Rápidamente, vistió su traje, ajustando la corbata con un gesto automático. El dolor en su brazo roto todavía latía sutilmente bajo el vendaje, pero lo ignoró. Era Fénix. No podía darse el lujo de mostrarse débil. Al menos no a los demás.

Al salir de su habitación, los pasillos estaban casi vacíos, apenas iluminados por la tenue luz de la madrugada. Solo unas pocas personas se movían, en su mayoría empleados nocturnos o aquellos que nunca parecían detenerse. Sus pasos resonaban en el silencio, una compañía fría pero constante.

Al llegar a la sala principal, notó que Enid estaba allí, de pie junto a Marcus, Lucian, Vanessa y Anna, entregándoles un informe. La conversación era seria, llena de detalles tácticos que a Fénix le resultaban desconocidos. Un mal presentimiento se encendió en su pecho.

—¿Qué es esto? —preguntó Fénix, cruzando la puerta con su típica mezcla de curiosidad e irritación.

Todos voltearon a mirarlo, pero fue Enid quien se adelantó, con su habitual aire de autoridad tranquila.

—Es el informe de la misión en la prisión de Berlín.

Fénix frunció el ceño.

—¿Y por qué yo no estoy en esa misión? —preguntó, su tono más afilado de lo que pretendía.

Enid lo miró sin inmutarse, como si ya hubiera anticipado esa pregunta.

—Porque no estás en condiciones, Fénix. Todavía estás lesionado.

Eso fue suficiente para encender la mecha. Fénix dio un paso hacia adelante, con las manos apretadas en puños a sus costados.

—¿Condiciones? ¿Condiciones? —repitió, su voz subiendo de tono—. ¡Soy el maldito Uber Lycan! Puedo con todo. Esto es ridículo, Enid. ¡Estoy mejor ahora que muchos de ellos cuando están en su mejor forma!

Marcus soltó una risa baja, claramente disfrutando de la escena.

—Tranquilo, Fénix. No querrás romper otra puerta, ¿o sí?

Fénix lo ignoró por completo, su mirada clavada en Enid.

—Si hay algo peligroso ahí fuera, yo debería estar ahí, no sentado aquí como un inútil. Es mi trabajo.

Enid cruzó los brazos, manteniendo la calma mientras lo enfrentaba.

—Tu trabajo es recuperarte. No puedes salvar a nadie si sigues empeorando tus lesiones por tu terquedad.

—¡No estoy empeorando nada! —gruñó Fénix—. Si no me dejas ir, van a acabar muertos allá fuera.

—Tienes un brazo roto y aún necesitas descanso —replicó Enid, sin alzar la voz—. Esto no es una negociación, Fénix. No eres invencible, aunque te guste pensar que sí.

—No necesito ser invencible para patear traseros, Enid. Eso es lo que hago.

—Y ahora lo que vas a hacer es quedarte aquí —sentenció ella, firme.

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