Infierno en Berlín-12

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Infierno en Berlín-12

Alucard, observando la frustración en el rostro de Alex mientras intentaba atacarlo sin éxito, decidió cambiar un poco la dinámica de la pelea.

¿Sabes, Alex? —comenzó Alucard, su voz suave y casi melodiosa—. Cuando era joven, me encantaba empalar personas.

Alex, sorprendido por el giro de la conversación, arqueó una ceja.
¿Empalar? ¿Qué clase de pasatiempo es ese? —preguntó, un tono de burla en su voz. Tú, que podrías ser un príncipe entre vampiros, y te dedicas a eso.

Alucard sonrió, como si recordara un tiempo más simple.
Era una época en la que no tenía preocupaciones. —su voz era casi nostálgica—. Me gustaba sentir cómo el poder de la vida y la muerte se balanceaba en mis manos. Cada grito, cada súplica, todo eso... me daba un gran placer.

Alex, con su naturaleza juguetona y manipuladora, se rió con desprecio.
Interesante, pero me pregunto... ¿no es eso un poco anticuado? Hoy en día, los vampiros como nosotros deberíamos disfrutar de un buen espectáculo.

Alucard lo miró, divertido.
¿Espectáculo? —replicó—. Como el que estás intentando ofrecerme ahora? No olvides que los viejos hábitos son difíciles de romper. Además, la sangre siempre tiene su propio encanto, sin importar la época.

Alex, sintiendo que la conversación se alejaba del combate, frunció el ceño.
Tú hablas de empalar, pero dime... ¿no hay un sentido más profundo en el caos? —su mirada se iluminó con un destello inquietante. Es fascinante observar cómo la vida se desvanece, cómo las personas se retuercen en su agonía. Para mí, es arte.

Alucard se rió, una risa profunda que resonó en las paredes del metro.
¿Arte? El caos puede ser arte, pero también es un arma de doble filo. —hizo una pausa, mirando a Alex fijamente—. Yo solía disfrutar del arte de empalar, pero aprendí que no se trata solo de la destrucción. También se trata de la dominación y el control.

Alex, intrigado por la conversación, se cruzó de brazos, preparándose para un ataque mientras escuchaba.
Quizás tienes razón. Pero, ¿qué hay del control? ¿No es más interesante ver cómo se retuercen bajo tu dominio?

Alucard sonrió, comprendiendo la filosofía de su adversario.
Sí, pero siempre hay alguien más fuerte. —miró a Fénix, que aún yacía inconsciente—. Como él, por ejemplo. A veces, el verdadero poder radica en saber cuándo detenerse y observar.

El aire entre ellos se volvió tenso, cargado de una mezcla de respeto y desafío.
Vamos, Alex. Muéstrame lo que tienes. —retó Alucard, preparándose para el inevitable siguiente movimiento.

La tensión en el aire era palpable mientras Alucard y Alex se preparaban para el enfrentamiento. Sin embargo, Alex no se dejó intimidar y lanzó un golpe rápido hacia Alucard.

¡Toma esto! —gritó, su puño dirigiéndose hacia la cara de Alucard.

El impacto fue fuerte, pero Alucard apenas se movió, como si nada lo hubiera tocado.
¿Eso fue todo? —preguntó Alucard con una sonrisa burlona.

Sin darle tiempo a Alex para recuperarse, Alucard contraatacó con una serie de golpes rápidos y precisos, cada uno conectando con una fuerza devastadora.
Alex fue empujado hacia atrás, sus pies deslizándose sobre el suelo mientras recibía el castigo.
¡No puedes simplemente lanzar un golpe y esperar que funcione contra mí! —dijo Alucard, disfrutando del combate.

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