La Masacre en Manhattan-3
Draug, alzando la voz en un rugido que retumba en el lugar, grita con una ferocidad brutal:
—¡Este es el momento de acabar con todo, Fénix!
Con un movimiento veloz y devastador, se lanza contra Fénix, sus colmillos como puñales al clavarse en el cuello del lycan. El dolor es intenso, pero Fénix, lejos de rendirse, responde al brutal ataque con un instinto tan feroz como el de su enemigo. Con cada segundo que pasa, su rabia crece, impulsándolo a contraatacar.
En un arrebato de fuerza y desesperación, Fénix abre su mandíbula y muerde a Draug en la cara, desgarrando carne y dejando una herida profunda y sangrienta que desfigura su semblante. Draug se tambalea, pero su furia lo mantiene aferrado a su presa, sus ojos llenos de odio y su respiración entrecortada. Fénix aprovecha este instante de vulnerabilidad y, reuniendo cada fragmento de su energía, clava un dedo con precisión implacable en el ojo derecho de Draug.
Draug suelta un alarido ensordecedor, soltando finalmente a Fénix mientras se retuerce de dolor, llevando ambas manos a su ojo herido. El caos de la batalla ha dejado cicatrices en ambos, pero ahora es Draug quien cae al suelo, revolcándose mientras intenta soportar el dolor intenso y cegador que lo consume.
Aún en pie, aunque exhausto, Fénix observa a su adversario tambalearse, el eco de sus propios latidos resonando en sus oídos. La lucha ha pasado de ser un enfrentamiento físico a una guerra de pura resistencia y voluntad. Draug, aún furioso y herido, ruge con una fuerza inquebrantable, prometiendo que esta pelea aún no ha terminado.
Draug, aún cegado de un ojo y con la cara ensangrentada, gira la cabeza buscando a Fénix, su único objetivo en medio del caos. Al notar que Fénix ha desaparecido, su rugido de frustración se alza en un eco bestial que resuena en las calles desiertas:
—¡FÉNIX! ¡No puedes huir de mí! ¡La caza apenas comienza!
En un callejón cercano, entre sombras y luces parpadeantes, Fénix, jadeando y cubierto de heridas, comienza a volver lentamente a su forma humana. Su cuerpo vibra mientras su estructura cambia, dejando atrás la imponente figura de su forma de lycan. Finalmente, se apoya contra una pared, intentando controlar su respiración, el pulso acelerado en sus sienes y el sabor de la sangre en su boca.
—No tuve opción —murmura Fénix, sus ojos observando la silueta de Draug en la distancia, envuelto en una rabia ciega—. Ese monstruo me supera en resistencia y fuerza bruta... En un enfrentamiento limpio, me habría destrozado. Quizá no me hubiera matado... pero habría sido capaz de hacerlo.
La voz de Draug aún se escucha a lo lejos, un recordatorio de que esta batalla aún no ha terminado, y que el enfrentamiento definitivo entre ellos no podrá evitarse por mucho tiempo.
En el penthouse, donde Enid, Vanessa y Lucian llevaban días resguardados, un golpeteo inesperado en la puerta interrumpió el tenso silencio. Lucian, con el corazón latiendo rápido, abrió la puerta de inmediato y ahí, frente a él, estaban Marcus, Hércules y un hombre mayor. Sin poder contener su alivio, Lucian rodeó a Marcus con un abrazo fuerte, casi tembloroso.
—¡Marcus! —exclamó, aliviado—. Pensé que nunca volveríamos a ver a otro ser humano.
Marcus le dio unas palmaditas en la espalda y sonrió, agradecido por el reencuentro. Enid y Vanessa se acercaron, y la tensión en el ambiente se transformó en un momento de calidez entre compañeros. Sin embargo, la mirada de Enid recorrió a cada uno de ellos, y su corazón dio un vuelco al darse cuenta de una ausencia evidente.
—¿Y Fénix? —preguntó, la ansiedad colándose en su voz.
Marcus intercambió una mirada con Hércules, y finalmente respondió, un poco titubeante.
—Fénix... se quedó peleando contra... algo. Esa cosa. No pudimos hacer nada, así que nos pidió que saliéramos de allí.
Hércules, tomando la palabra, se apresuró a explicar.
—Enid. El es Stridum. Es un exmilitar, experimentado y bastante astuto en estrategias. Nos encontramos y decidimos aliarnos para sobrevivir. Él nos ayudó a llegar hasta aquí.
Stridum hizo un gesto de asentimiento, su postura firme y su expresión endurecida por la experiencia. Enid lo evaluó un momento, viendo en él a alguien que podría ser clave en estos tiempos oscuros.
—Es un placer —dijo Stridum con voz grave—. Haré todo lo posible para mantenernos vivos.
Vanessa, quien había permanecido en silencio, se aventuró a romper la calma con una pregunta que todos parecían temer.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
Marcus cruzó los brazos y, después de una pausa para organizar sus pensamientos, respondió con firmeza.
—Lo mejor será intentar llegar hasta donde está Viktor. Hay dos opciones: o está fuera de la barrera, donde podríamos encontrar una forma de comunicarnos, o... está dentro de la barrera, en el otro extremo de Manhattan.
Hércules intervino, su expresión decidida.
—En estos tiempos, creo que es mejor apostar todo a que está dentro. Conociendo su estilo, sería más probable que esté aquí, controlando la situación de cerca.
El grupo se quedó en silencio, procesando las palabras de Hércules. El riesgo era alto, pero si lograban llegar hasta Viktor, tal vez podrían ponerle fin a todo este caos. Vanessa frunció el ceño, contemplando los peligros, mientras Enid miraba a cada uno, evaluando la idea.
—¿Y si estamos caminando directamente a una trampa? —cuestionó Lucian, todavía inseguro.
—Es una posibilidad —respondió Marcus—. Pero quedarnos aquí tampoco nos va a salvar. Viktor es la clave. Si logramos encontrarlo, tenemos alguna chance de poner fin a esto.
Después de un intercambio de miradas, el equipo finalmente aceptó, asumiendo el desafío que tenían por delante.
En un estrecho y oscuro callejón, Fénix se apoyaba en la pared de ladrillo húmeda, jadeando y tocándose las heridas que todavía ardían. La batalla con Draug lo había dejado exhausto, su cuerpo aún resentido por los ataques salvajes de la criatura. Aunque el dolor era intenso, en ese pequeño rincón de Manhattan, había una paz extraña y momentánea que lo hacía sentir casi... tranquilo.
Miró al cielo, cuya claridad estaba parcialmente oculta entre los edificios altos, y sonrió levemente, como si su mente flotara hacia pensamientos que rara vez permitía que se le cruzaran.
—Sabes... —murmuró, casi como si le hablara al silencio—, la idea de retirarme no suena tan mal.
Una leve risa, teñida de ironía, escapó de sus labios. Un lugar lejos de todo este caos, donde el único sonido fuera el susurro del viento y no el eco de sus propios pasos persiguiéndolo. ¿Qué tan lejos tendría que ir para lograrlo?
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code/fenix
Werewolffenix un lycan de un ejercito lycan que fue destruido hace unos cuantos años es reclutado por una organizacion para que sirva en el frente de batalla