Capítulo 34: El Fugitivo Part-5

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Capítulo 34: El Fugitivo Part-5

Fénix despertó en una sala de hospital en la sede de Enid Corp. Un molesto pitido resonaba en su cabeza, acompañado de una presión palpitante en su frente. Abrió los ojos lentamente, percibiendo la luz artificial filtrarse por el borde de las cortinas. Sintió su cuerpo pesado, la incomodidad de las sábanas y el leve olor a antiséptico en el aire.

A su lado, sentado en una silla de plástico, había un hombre de alrededor de 1,70 metros, con el cabello rizado, desordenado y de un color castaño oscuro. Su expresión era relajada, casi desafiante, y en su mano sostenía una pequeña botella de licor de la que bebía de forma despreocupada. Vestía una chaqueta de cuero gastada y jeans rasgados, contrastando marcadamente con la pulcritud de la habitación.

—¿Por qué siempre hay alguien bebiendo junto a mi cama? —murmuró Fénix, tratando de enfocarse en la figura borrosa.

El hombre sonrió con sarcasmo y levantó la botella en un gesto de brindis antes de tomar otro trago. —¿Te molesta? —respondió con una voz áspera pero con un tono divertido—. Me llamo Gélido. Algo así como lo contrario de ti, Fénix.

Fénix parpadeó, todavía aturdido, mientras su mirada se centraba en el hombre. —¿Gélido? ¿Es en serio? —preguntó con un deje de ironía, sintiendo el sabor metálico de la sangre seca en su boca.

Gélido se encogió de hombros, dándole un trago más a su botella. —Hey, no me culpes. No todos podemos tener nombres tan rimbombantes como el tuyo. —Lo miró de arriba a abajo, evaluándolo—. Te ves como una mierda, amigo. Aunque he visto peores días.

Fénix soltó una risa débil, sintiendo cómo su cabeza palpitaba aún más fuerte con cada movimiento. —Pues... lo mismo digo. —Se incorporó con dificultad, y luego suspiró—. ¿Quién demonios eres tú, realmente?

—Ah, soy solo alguien a quien le dijeron que te vigilara, asegurándome de que no te escabullas otra vez y causes más desastres de los que ya has hecho —respondió Gélido, sin perder su tono burlón—. Parece que eres bueno en eso de dejar todo patas arriba.

Fénix lo miró con una mezcla de curiosidad y desconfianza. —¿Dejar todo patas arriba? Bueno, no me pagan para menos. —Dio un leve gemido de dolor al sentir una punzada en su costado—. ¿Quién te envió, Gélido?

—La reina de hielo, claro, ¿quién más? —respondió Gélido, sonriendo de forma desvergonzada—. Enid quería asegurarse de que alguien estuviera aquí por si te despertabas y decidías hacer alguna locura. Y ya sabes, yo también tenía curiosidad por conocerte. Escuché que eras todo un personaje.

Fénix arqueó una ceja. —¿En serio? ¿Qué clase de rumores andan corriendo sobre mí?

Gélido se rió en voz baja. —Oh, nada que no sea cierto... Que eres sarcástico, impulsivo, y un imán para los problemas. —Se inclinó un poco hacia adelante—. Y que tienes cierto... encanto peculiar. ¿Es cierto eso último?

Fénix rodó los ojos, intentando no reír por el dolor en su costado. —Depende a quién le preguntes. Aunque la mayoría diría que soy más problema que encanto.

Gélido sonrió de lado, divertido. —Supongo que eso es algo que tendré que descubrir por mí mismo. —Se puso de pie, estirando los brazos—. Pero mientras tanto, relajate, recupera tu fuerza. Y si necesitas un trago... bueno, tendrás que conseguir tu propia botella.

Fénix se rió entre dientes, observándolo salir de la habitación. —Gracias, Gélido... supongo que necesitaba un poco de humor en esta mierda de situación.

—De nada, Fénix. —Gélido se giró y le guiñó un ojo—. Nos vemos pronto... o tal vez no.

Fénix lo vio desaparecer por la puerta, sintiendo una mezcla de curiosidad y cautela. ¿Quién era este nuevo personaje? Y más importante, ¿qué rol jugaría en los días por venir?

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