Capítulo 111: La Llegada del Invicto

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Capítulo 111: La Llegada del Invicto

Fénix esperaba fuera de Enid Corp, inquieto y cruzado de brazos, golpeando el suelo con la punta del zapato con una paciencia cada vez más escasa. Miraba su reloj cada dos minutos, ansioso por la llegada de Hércules. A pesar de la frialdad que siempre proyectaba, un ligero toque de impaciencia delataba su nerviosismo. ¿Dónde diablos está ese tipo? pensó mientras soplaba aire en una noche helada.

Finalmente, las luces de una limosina negra se detuvieron frente a él. La puerta se abrió con elegancia, y del interior emergió Hércules con una sonrisa arrogante y cuatro enormes maletas en cada mano, como si fueran ligeras mochilas.

—¡Aquí estoy, campeón! —anunció Hércules con voz despreocupada, cerrando la puerta del vehículo con la cadera. Sus ojos brillaban con la energía despreocupada de alguien que siempre consigue lo que quiere.

Fénix arqueó una ceja y lo miró de arriba abajo.

—¿Qué llevas ahí? —preguntó señalando las maletas.

Hércules soltó una carcajada, como si la respuesta fuera obvia.

—Mis pertenencias, ¿qué más? La vida es impredecible, campeón. Hay que estar preparado para lo que sea. Traje todo lo que necesito: ropa, equipo, y algunas... diversiones. Nunca se sabe cuándo puede hacer falta una buena fiesta.

Fénix resopló con resignación mientras le indicaba que lo siguiera hacia el interior de Enid Corp. Mientras caminaban hacia el ascensor, la conversación fluyó con naturalidad. Hércules, con su tono relajado, decidió sacar el tema más importante.

—Entonces, ¿quiénes van a ser nuestros compañeros en esta aventura? —preguntó mientras ajustaba la correa de una de las maletas.

Fénix se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y respondió mientras esperaban el ascensor.

—Tengo a un equipo bastante sólido. Marcus está dentro, como siempre. Enid también, aunque no fue fácil convencerla por las fechas. Y luego están Lucian y Vanessa. —Hizo una pausa breve y dejó escapar un suspiro—. Con ellos fue más complicado, tuve que recurrir a ciertos métodos... persuasivos.

Hércules soltó una carcajada exagerada al entrar al ascensor.

—¿Qué, los convenciste con flores y bombones? O peor, ¿les prometiste una Navidad sin peleas?

—Algo así... —murmuró Fénix con un deje de sarcasmo—. Digamos que al final se quedaron dormidos en la conversación.

El ascensor subió en silencio por unos segundos, y Hércules lo observó con una sonrisa divertida.

—Vaya equipo, campeón. Esto suena más como una reunión familiar que como una cacería.

—Más o menos —respondió Fénix, con los labios curvándose en una leve sonrisa sarcástica—. Aunque lo difícil fue que aceptaran venir en estas fechas. Si te soy sincero, me sorprende que no hayan renunciado a media conversación.

Hércules se acomodó contra la pared del ascensor, cruzando los brazos con aire confiado.

—¿Y tú? —preguntó Hércules, mirándolo con picardía—. ¿Tú no te tomas vacaciones? Es Navidad, campeón. No todo en la vida es pelear.

—Después de esto, tal vez —dijo Fénix mientras las puertas del ascensor se abrían—. Pero por ahora, tenemos trabajo que hacer.

Hércules asintió con una sonrisa aprobatoria.

—Ya me caen bien estos tipos, sobre todo Marcus. Se siente como un tipo con los pies en la tierra.

Fénix soltó un resoplido mientras avanzaban por el pasillo hacia la oficina.

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