Capítulo 76: Conversaciones en la Oscuridad

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Capítulo 76: Conversaciones en la Oscuridad

El bar de Enid Corp estaba casi vacío en esa mañana lluviosa. Las luces suaves y la música de fondo creaban un ambiente que invitaba a la reflexión. Fénix estaba sentado en la barra, con la mirada perdida en su bebida, pensando en las cicatrices —tanto internas como externas— que aún no había podido cerrar.

De repente, una figura familiar apareció a su lado. Era Alucard, su mentor, una sombra inquietante pero con un aire de confianza. La sonrisa que se dibujó en el rostro de Alucard tenía un matiz de burla, pero también de preocupación.

—¿Por qué simplemente no te regeneras, Fénix? Eres un lycan, para eso estás diseñado —dijo Alucard, apoyando un codo en la barra y mirando con interés a Fénix.

Fénix suspiró, evitando el contacto visual.

—No es tan sencillo —respondió, tomándose un momento para elegir sus palabras—. Los ataques de Alex... Hay algo en ellos que interfiere con mi capacidad de regeneración.

Alucard frunció el ceño, notando la evasión en la voz de Fénix.

—¿Algo en ellos? Sabes que no soy tonto. Necesitas explicarlo.

Fénix tomó un sorbo de su bebida, sintiendo cómo el líquido ardía en su garganta.

—No quiero entrar en detalles, Alucard. Es complicado. —Desvió la mirada, como si pudiera escapar de la conversación a través de la distancia—. No es el momento ni el lugar.

Alucard le dirigió una mirada inquisitiva, sabiendo que Fénix estaba ocultando algo, pero decidió no presionar más. En cambio, adoptó un tono más conciliador.

—Está bien, pero no olvides que puedes hablarme de estas cosas. No estás solo en esto.

Fénix asintió lentamente, sintiendo el peso de la verdad que aún no estaba listo para compartir.

—En unos días estaré bien. Solo necesito tiempo —dijo finalmente, un poco más convencido de sus propias palabras.

Alucard sonrió, pero había un aire de tristeza en su expresión.

—El tiempo puede ser un amigo o un enemigo, dependiendo de cómo lo uses. Recuerda que no siempre puedes luchar solo.

Fénix se encogió de hombros.

—Lo sé. Pero también tengo que aprender a manejar esto por mi cuenta. La última vez que... —se detuvo, los recuerdos de la pelea con Tharos regresando a la mente—. No puedo permitirme ser una carga para nadie.

Alucard lo miró fijamente, como si estuviera pesando cada palabra de Fénix.

—A veces, ser fuerte significa pedir ayuda, Fénix. No tienes que cargar el mundo sobre tus hombros.

Fénix sonrió de forma amarga.

—No se trata de eso. Solo quiero asegurarme de que cuando esté en el campo de batalla, no esté buscando a nadie para cubrirme.

Alucard asintió, comprendiendo la mentalidad de su pupilo, pero también sintiendo que Fénix estaba atrapado en un ciclo de soledad que no lo ayudaría a sanar.

Antes de que Fénix pudiera procesar sus pensamientos, Alucard se desvaneció tan misteriosamente como había aparecido. Quedó sentado solo en el bar, sintiendo la soledad de la habitación que lo envolvía. Los ecos de sus últimas palabras resonaban en su mente, pero el orgullo lo mantenía callado.

 la figura de Enid apareció a su lado. Su presencia era inesperada y, en cierto modo, incómoda, dado el reciente intercambio con Alucard.

—¿Qué tal, Fénix? —preguntó Enid con una sonrisa que intentaba ocultar su curiosidad.
—Bien —respondió él, con un tono que apenas disimulaba su tensión—. Solo disfrutando de una Pepsi.

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