17. Perdidas en la nave

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Zack salió de la oficina bastante complacido. Ahora su padre estaba enterado de la existencia de One y tomaría cartas en el asunto. Además, James no parecía sospechar nada de su acto de cobardía, por lo que su reputación estaba a salvo. Es más, confiaba tanto en él que lo envió a combatir a los intrusos de la nave.

—William fue un buen soldado, es una lástima que haya terminado de esta forma —se dijo a sí mismo mientras se colocaba su casco y avanzaba por el pasillo—. En fin. Por suerte, solo envié 5.000 soldados; puedo volver a formar otro regimiento y tener otro escudero. Al menos salvé lo más importante: mi vida. Y mientras un Elliott viva, la humanidad está a salvo.

Para su misión, James le entregó a Zack el control total del séptimo regimiento: Los Olvidados, nombrados así desde que Tessa se marchó por "accidente".

—¿Todo un regimiento solo por cinco intrusos? Es una locura. ¿Qué tan fuertes son? —se preguntó Zack mientras cruzaba la entrada al sector y cerraba las tres compuertas detrás de él para evitar que los intrusos escaparan—. Como sea, no puede ser nada peor de lo que vi hoy.

Mientras avanzaba, Zack empezó a revisar los detalles de su regimiento temporal en la pantalla de su brazo.

—Sandra... ¿Quién es...? ¡Oh, cara quemada! Sí, me acuerdo. La que le gritó a Ian cuando este fue a reclamar a su escudera, que se había escondido en su regimiento. Qué gran tonta. Digo, no era exactamente una belleza, pero literalmente quedó deformada por algo tan inútil y tonto como intentar quitarle su juguete favorito a un Elliott. En fin, al menos logró que su regimiento permaneciera lo suficientemente organizado para que tomara el liderazgo. Es un poco impresionante que hayan aguantado tanto sin un Elliott.

Cuando Zack llegó a la sala principal del séptimo regimiento, tal como indicaban los informes, se encontró con un regimiento pequeño, pero bien organizado. Cada soldado cumplía con su función asignada: desde vigilar las cámaras hasta revisar el mantenimiento de las compuertas, asegurándose de que no hubieran sido forzadas de alguna manera. La concentración era tal que pasaron un par de minutos antes de que todos los soldados en la sala notaran la presencia de Zack.

—Mi señor Zack —dijo finalmente Sandra, inclinando la cabeza—. El séptimo regimiento está bajo su total control para guiarlo hacia la victoria contra los demonios de hierro.

—Oh, claro... Umm~ Sabes, me da curiosidad. ¿Podrías quitarte el casco un momento?

Los informes detallaban el incidente entre Ian y Sandra, pero no incluían imágenes de cómo había quedado después de intentar impedir que Ian se llevara a Flor.

—Yo... no lo veo necesario. Estamos en una misión y...

—Es una orden. ¿O acaso quieres desobedecer a otro Elliott?

Sandra permaneció inmóvil por un momento, pero finalmente decidió quitarse el casco.

Su rostro estaba prácticamente dividido en dos. La mitad sana mostraba una piel morena, con cabello negro y ondulado, un ojo verde y algunas arrugas que comenzaban a marcar su edad. La otra mitad era espeluznante: completamente rosada, sin carne alrededor del ojo, el cual permanecía completamente abierto; sin labios. Su oreja era un bulto palpitante de carne, con solo unos cuantos mechones desordenados.

—Vaya... Sin duda es más desagradable de lo que describían los informes. En serio, ¿cómo puedes presentarte así en público? —Zack esperaba ver vergüenza o tristeza en su mirada, pero Sandra mantenía la seriedad.

—En fin, es hora de trabajar, así que no quiero escuchar quejas sobre mis órdenes. Desobedezcan, y serán eliminados. Recuerden su posición y todo saldrá bien.

Batalla por Copper 9 || [MURDER DRONES AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora