57. ¡Al rescate de Eve!: El viejo de la cueva.

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—¿Cómo sucedió esto? —pregunta Kai furioso mientras que miraba el techo bañado en aceite—. No entiendo, los demonios de hierro no tienen la habilidad de teletransportarse.

—No lo sé —dijo Astrid, sosteniendo uno de los peluches de Eve—. Lo que más me preocupa, ¿Cómo supieron de ella en primer lugar? Tuvimos mucho cuidado.

Kai lo piensa un momento, y entonces empieza a acercarse a Astrid.

—Ya sé cómo, ellos tuvieron un espía infiltrado —dijo, de forma sería, acorralando a Astrid que empezaba a sudar—. Alguien mecánico, obviamente.

—Eh, Kai, ¿Qué estás insinuando? —dijo, intentando ocultar su nerviosismo—. Mira, yo...

—Astrid, ¿Podrías ponerte a un lado?

La Escudera hizo caso, para que luego Kai se parará en frente al armario y metiera su mano de un golpe, sosteniendo del cuello al Centinela y tirándolo al suelo.

—Un Centinela de Alice —dijo, mientras que pisaba furioso la cabeza del ser mecánico—. No hay duda, esa maldita nos vendió. ¿Acaso planes seguir jodiendonos para siempre?

—Kai, no creo que mi seño... digo, que su hermana sea capaz de...

—Oh, créeme, ella es capaz de todo. Desde que se volvió un ser de metal frío, cruel y maligno. ¡Arg, me enoja tanto, solo quiero romperle su maldita cara! —dijo, dando otro golpe que hizo un hueco en el muro de hierro—. Uff, lamento que hayas visto eso, Astrid, pero sabes que me enoja tan solo pensar en esa maldita rata metálica.

—Oh, si, descuida —dijo, acomodando su parche para ocultar mejor su ojo biónico mejorado—. Lo siento, es que por un momento creí que me estabas culpando.

—Lamento si te hice sentir eso, aunque sabes bien que nunca lo haría. Se que no me guardas ningún secreto, confío en ti más que en nadie en este momento.

—Oh, bueno, gracias... —dijo, mientras no podía evitar rascarse el hombre, en donde tenía una mejora mecánica que le daba más flexibilidad—, lo aprecio. En fin, ¿Entonces? ¿Qué haremos?

—¿Qué más? —dijo, mientras sacaba su puño del muro y levantaba su pesado escudo de hierro—. Vamos a recuperar a nuestra hija.

—¿Desea que prepare las tropas, mi señor Kai? —pregunto Monika, quien estaba parada a un lado de Astrid y miraba con algo de pena como su amiga se incomodaba por las palabras del Elliott—. Podremos movilizar a los quinientos soldados a su orden.

—No será necesario. Mi padre pide un informe de cada avance de la situación, si nuevo tantos soldados sin solicitarle le parecerá raro y lo último que necesito en este momento es que más personas sepan de la existencia de Eve. No, a lo mucho mandaremos un escuadrón. Aunque, obviamente, yo iré a la cabeza.

—¿Y su padre no sospechara, mi señor?

—Mis hermanos se la pasaron haciendo tonterías toda la guerra, y nosotros hemos tomado más de la mitad de las colonias que ahora tiene la humanidad, no creo que le importe que me tome un pequeño descanso.

—Vale, lo entiendo. Sin embargo, ¿A dónde vamos? Esa dirección apenas se puede leer.

—Oh, descuida, Astrid, conozco a alguien que podría ayudarnos. Pero primero, vallanse a alistar, señoritas, porque nos vemos en un momento.

Kai abandonó la habitación, dejando a las dos soldados solas.

—Bueno, iré a alistarme —dijo Monika, levantando su escudo—. Será un placer poder luchar finalmente a su lado, mi señora Astrid.

—Oh, si, claro...

—¿Pasa algo?

—Bueno, la verdad es que, antes de venir aquí, mi cuerpo fue mejorado para ser más ágil, letal y todo eso, sin embargo, sacrificando fuerza —dijo, rascándose la nuca—. No puedo levantar ese escudo.

Batalla por Copper 9 || [MURDER DRONES AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora