Al día siguiente, despierto lentamente, sintiendo cómo el sol acaricia mi rostro a través de las cortinas. Aún puedo sentir su calor a mi lado, aunque Carlos no esté en la cama. Mi cuerpo recuerda cada instante de la noche anterior, no como un sueño, sino como una verdad tan palpable que me llena de paz.
Me siento en silencio, dejando que mis pensamientos se aclaren. No hay dudas, no hay miedo. Anoche lo comprendí todo. Carlos es el hombre al que he amado desde siempre, aunque nuestras vidas se hayan cruzado en caminos imposibles. Nunca había sentido algo tan profundo, tan cierto, como lo que siento por él ahora. Es como si cada instante, cada pelea, cada distancia entre nosotros hubiera sido necesaria para llevarnos hasta aquí.
Me levanto despacio, con la certeza de que todo en mí pertenece a él. No importa el pasado, ni las heridas, ni las veces que intentamos alejarnos el uno del otro. Lo amo, y es un amor tan fuerte, tan absoluto, que no puede compararse con nada de lo que creía haber sentido antes. Mi corazón late por él, y cada fibra de mi ser lo sabe.
Camino hacia la ventana, recordando la forma en que me miraba anoche, cómo sus manos me hicieron sentir que siempre he sido suya, incluso cuando intenté convencerme de lo contrario. No hay espacio para otras dudas o miedos. Carlos siempre ha sido mi destino, y ahora lo sé.
Con cuidado, Carlos toma un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja, su toque suave pero lleno de intención. Mi corazón se acelera con ese gesto simple, pero que guarda tanta ternura.
—Hola, preciosa —me dice con una voz que parece acariciar cada rincón de mi ser—. ¿Cómo amaneciste?
Lo miro a los ojos, y no puedo evitar sonreír. Su cercanía me envuelve y me recuerda lo fácil que es amarlo, lo natural que se siente estar a su lado. Anoche me di cuenta de lo mucho que lo amo, y esa certeza sigue conmigo esta mañana.
—Mejor que nunca —respondo, sincera, tomando su mano que descansa en mi mejilla.
Carlos me mira con ese amor que no necesita palabras, y sé que él también siente lo mismo. Anoche fue más que un reencuentro físico; fue la confirmación de lo que siempre hemos sido, lo que siempre hemos significado el uno para el otro. No puedo imaginarme otro lugar en el mundo más perfecto que este, aquí, con él.
—Te preparé algo —dice, señalando la bandeja—. No sabía qué te apetecería, así que improvisé un poco.
—Todo lo que venga de ti será perfecto —le digo, y él sonríe de una manera que me derrite.
Me siento plena, feliz. En este momento, nada más importa. Comemos juntos en la cama y él no para de hablar de nuestros pequeños. Aprovechamos para llamar a Reyes y hablamos por videollamada.
Carlos sonríe al colgar la llamada, pero su expresión cambia en un momento. Parece que tiene algo importante que decirme.
—Tengo dos noticias que no te van a gustar.
—¿Ah, sí? —me acomodo en la cama, sintiendo un leve nerviosismo recorrerme.
Me mira un poco nervioso, como si le costara encontrar las palabras adecuadas.
—Vale —dice finalmente—. Alguien nos vio en el parque y tomaron fotos. Están por todas las redes sociales. —Me mira intensamente—. Han hablado muy mal de ti.
Un nudo se forma en mi estómago al escuchar eso. Mi mente se llena de imágenes de comentarios hirientes, de rumores y especulaciones. Intento mantener la calma, pero es difícil.
—¿Qué tipo de cosas están diciendo? —pregunto, sintiendo que la ansiedad empieza a apoderarse de mí.
-Creo que la gente aun cree que estas con Oliver - dice - Deberías no se aclarar eso en tus redes
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...