IV. PARTE. BRASIL 1.4

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Es domingo de carrera, y dentro de mí solo quiero que el día acabe rápido. Carlos saldrá en tercer lugar, y aunque tiene a Norris por delante, está decidido a dar lo mejor. Mientras desayunamos en la habitación, hablo con mi padre, que no deja de hacer preguntas después de ver algunas noticias de cotilleos.

-Hija, no entiendo nada, tantos cambios -dice preocupado-. ¿Y Oliver?

-Papá, es una larga historia -suspiró, intentando no entrar en detalles.

-¿Hija, has vuelto con ese muchacho?

Carlos escucha y hace un puchero al escuchar a mi padre; no puedo evitar sonreír divertida al ver su expresión.

-Estoy segura de que me entenderás cuando nos veamos -le digo-. Te extraño.

-Y yo a ti -responde con ternura-. ¿Y los niños?

-Están en España -contesto-. Están bien, papá, no te preocupes.

-Claro, con sus abuelos millonarios seguro ya me olvidaron.

-Papá...

-Vale, hija, pero al menos ven a verme.

-Lo haré, papá. ¿No quieres ir a España?

-Hija, no lo sé... Mejor te espero aquí.

-Papá, me gustaría que vinieras; así podría explicarte las cosas en persona.

-Hija, de verdad no lo sé... Con todo lo que ha pasado, me cuesta entenderlo -dice mi padre, y su voz suena llena de inquietud-. Pero si para ti es importante, puedo intentarlo.

-Gracias, papá, te prometo que todo será más claro cuando estemos frente a frente.

Carlos me observa mientras hablo, y aunque intenta distraerse con su café, noto cómo se tensa al escuchar cada palabra de la conversación. Después de todo lo que ha pasado entre nosotros, que mi padre acepte esta situación debe parecerle tan irreal como a mí.

-Papá, solo confía en mí un poco más -le pido, sintiendo el peso de sus dudas.

-Siempre he confiado en ti, hija -dice, con ese tono que me reconforta desde pequeña-. Solo quiero que seas feliz.

-Lo soy, papá.

Cuelgo la llamada con una mezcla de alivio y nostalgia. Quiero que mi padre entienda, que vea que estoy bien, pero sé que será difícil con tantos cambios en mi vida. Cuando me vuelvo hacia Carlos, su mirada se suaviza, y sin decir nada, entrelaza su mano con la mía.

-No es fácil para él, ¿verdad? -me pregunta, y siento que detrás de sus palabras hay más comprensión de lo que esperaba.

-Mi padre lo entenderá -le digo, tratando de sonar segura.

Carlos se acerca y me da un beso en la mejilla. Su gesto es simple, pero lleno de ese cariño que me hace sentir que, pase lo que pase, no estoy sola. Él es una de las personas más importantes en mi vida ahora, y quiero que mi padre lo comprenda, aunque sé que eso también significará que se lleve una gran decepción por Oliver.

-¿Estás segura de que quieres contárselo todo? -pregunta, mirándome con ternura y preocupación.

-Sí, él merece saber la verdad. No quiero que las cosas se queden a medias -respondo, aunque una parte de mí siente el peso de lo complicado que será.

Carlos asiente, su mano entrelazada con la mía dándome el apoyo que necesito. Mientras sus dedos acarician los míos, pienso en lo mucho que hemos pasado para llegar hasta aquí y en lo importante que es que todos los que quiero acepten esta nueva etapa.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora