Carlos
La llegada a Brasil está cargada de energía. La multitud, casi tan intensa como en México, rodea nuestro coche mientras nos acercamos al hotel. Las cámaras apuntan directamente hacia Lucía, la nueva jefa de comunicaciones de Mercedes. La tensión en torno a su llegada es palpable. Aunque su postura es firme, puedo sentir su inquietud mientras nos preparamos para la cena con Toto.
Lucía no ha dejado de moverse desde que entramos al hotel, repasando detalles, ajustando su ropa, como si fuera su primer día. La veo tan agitada que decido intervenir. La atraigo hacia mí con suavidad, intentando calmarla.
—Es solo una cena —susurro—. Toto es buena persona, te va a gustar.
Ella respira hondo, pero no parece convencida. —Él cree que soy Judith Leclerc —responde sin ánimos, evitando mi mirada.
Le acaricio la mejilla, intentando hacerla sentir segura. —Oye —digo con un tono más suave, mirándola directamente—, lo harás bien. Te conoce, no eres una sombra de nadie.
Lucía se detiene un momento, su cuerpo aún relajado tras el beso que me dio, pero su expresión cambia de inmediato cuando escucha lo que le acabo de decir. Noto cómo su piel se tensa bajo mi mano, sus ojos que antes parecían tranquilos ahora están llenos de incertidumbre y, quizás, un poco de miedo.
—Oye —acaricio su cabello con ternura, tratando de suavizar lo que tengo que decir—, debo hablar con Judith mañana.
Su rostro se descompone por completo. La veo perder el color, sus labios temblando mientras intenta procesar lo que acabo de soltar. Entiendo su reacción, no esperaba otra cosa.
—¿Por qué, Carlos? —pregunta con la voz rota, aunque trata de mantenerse firme.
—Es que... —me cuesta mirarla a los ojos, pero lo hago, porque ella merece la verdad—. Siento que alteró la carta.
Lucía se queda en shock, sus ojos se abren de par en par, sin poder creer lo que acabo de decir. Su respiración se acelera, y el silencio entre nosotros se vuelve espeso.
—¿Qué? —su voz suena frágil, casi incrédula—. ¿Por qué crees eso?
Tomo aire, preparándome para lo que sé que va a ser difícil de decir, pero no puedo seguir ocultándoselo. Ella merece saber la verdad, aunque me duela reconocerlo.
—Lu, una de las cosas que mencionaste de esa carta era que yo había escrito que soñaba con una familia con Judith —le digo despacio, escogiendo cuidadosamente cada palabra—. No te dije nada en ese momento porque estabas muy herida, pero... realmente no recuerdo haber escrito eso.
La sorpresa en su rostro se convierte rápidamente en una mezcla de dolor y confusión. Veo cómo retrocede un poco, alejándose de mí, como si necesitara espacio para asimilar lo que acaba de escuchar.
—¿Ella sería capaz de eso? —pregunta Lucía, su voz ahora apenas un susurro, como si el simple hecho de planteárselo fuera demasiado doloroso.
La miro, con el corazón apretado por lo que está pasando. Odio ver la incertidumbre en sus ojos, y aún más saber que soy yo quien la ha puesto en esta situación al mencionar a Judith. Me acerco un poco más, deseando poder borrar todo el dolor con solo una caricia.
—Lucía —respiro hondo—, en ese momento Fred estaba presionando mucho a Judith. La situación era complicada... Fred la había amenazado con quitarle su puesto, que podía dártelo a ti. También tengo mis dudas, pero no sé si Judith llegó a esos extremos.
Ella me mira fijamente, como si buscara una confirmación en mis palabras, alguna certeza en medio del caos. La incertidumbre que veo en su mirada es devastadora. Lo único que puedo hacer es intentar ser lo más honesto posible con ella, aunque duela. Le paso una mano por la espalda, tratando de brindarle algo de consuelo.
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...