IV. PARTE MÉXICO 1.8 (EXPLICITO) ⚠️

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Incluso cuando se separa de mí, siento el impulso irrefrenable de volver a atraerla hacia mí. Esta vez soy yo quien la besa, y pronto ella se deja llevar, dejándose envolver por el momento. No quiero soltarla; el miedo me consume, el temor de que se aleje de nuevo. Cuando me separo, ella pega su frente a la mía y acaricia suavemente su mejilla, como si buscara consuelo en mi cercanía.

-Mi Lu -susurro, mi voz temblando-. No te vuelvas a ir nunca, ¿vale?

Ella asiente, su rostro aún sonrojado, una imagen que atesoro en mi mente. Beso su frente, acaricio su cabello, y la atrajo hacia mí, sintiendo que este instante es un sueño hecho realidad. He anhelado tenerla así desde que volví a verla, deseando que el tiempo se detuviera en este rincón de felicidad.

-Tengo miedo -confiesa, su voz un susurro cargado de inseguridad.

-Lu, no tienes que tener miedo -respondo, envolviéndola con mis palabras-. Estoy aquí contigo, siempre estaré aquí.

-Pero acabo de romper un compromiso -dice, y esa frase me parte el corazón.

Levanto su mejilla, sintiendo la necesidad de que me lo diga. Quiero escucharla, quiero que sea honesta con sus sentimientos.

-¿Sientes algo ahí por Oliver?

-No de la forma en la que piensas -responde con firmeza, y su seguridad me alivia un poco-. Lo quiero por todas las cosas en las que me apoyé.

-Y yo lo sé -sonrío, pero la tristeza me invade-. Estuvo ahí cuando yo no estaba.

La verdad pesa entre nosotros, pero en sus ojos veo la chispa de algo nuevo. Sonríe y me abraza por las caderas, esa era la Lucía qué conocía inocente y amorosa, en el fondo me duele haberme perdido tantos años.

*********

Esa mañana me despierto con una leve incomodidad al recordar el daño que Judith le hizo a Lucía al darle esa carta. Siempre me ha atormentado no saber exactamente qué fue lo que molestó tanto a Lucía como para alejarse de mí. Solo le expresaba a Judith todo el amor que sentía por Lucía.

Al bajar las escaleras, veo a Lucía en la sala con Alejandra y Carlos, disfrutando de un momento que debería ser simple pero que me llena de ternura. Alexandra se ríe, luchando juguetonamente con su mamá, y la risa de Lucía es como un bálsamo para mi alma. Ella me ve y sonríe, y en su mirada hay un destello de alegría que me hace sentir que, tal vez, las cosas pueden mejorar entre nosotros.

Me acerco a ella y le doy un beso en el cabello, el contacto suave y familiar.

-¿Entonces, por qué no quieres comer? -le pregunto, acercándome a Alexandra para levantarla en mis brazos.

Ella sonríe, sacude la cabeza, y me lanza una mirada traviesa que me hace reír. Carlos, por otro lado, sigue comiendo sin problemas, ajeno al drama que se desarrolla a su alrededor.

-Ella no quiere hacer caso a mamá -explico, mirando a Alexandra con una sonrisa.

-Hay que hacerle caso a mamá -le digo, tratando de ser autoritario, aunque mi voz se tiñe de diversión-. Mami quiere que comas.

Alexandra vuelve a sacudir la cabeza con un gesto decidido, y en un momento de debilidad, Lucía deja caer la frente en la mesa, derrotada. La imagen es tan graciosa que no puedo evitar sonreír. Quizás esta vez, con un poco de suerte, yo pueda intentarlo.

-¿Y si hacemos un trato? -propongo, sintiendo que mi corazón late con esperanza.

Lucía levanta la vista, interesada, y en sus ojos veo un atisbo de complicidad. Tal vez, solo tal vez, este sea el comienzo de algo nuevo.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora