Quiero que me mires- Carlos Sainz

IV. PARTE ABU DHABI 1.2

Es viernes en Abu Dabi, y Carlos se prepara para las prácticas. Después de una reunión con Toto, me dirijo al hospitality y me encuentro con Carlos. Al verme, sus ojos se iluminan.

—¿Todo bien? —pregunta curioso, inclinándose un poco hacia mí.

—Sí —respondo, mirándolo con cariño—. Aunque parece que tú estás muy raro.

—¿Raro? —repite nervioso, frunciendo ligeramente el ceño—. Es que estoy muy feliz de tenerte aquí.

Sonrío ante su honestidad, y él se acerca para besarme suavemente el cabello. Sus ojos, tan intensos como siempre, me hacen sentir como la primera vez que los vi. Con ternura, aparta un mechón de mi cabello, acomodándolo detrás de mi oreja.

—Debo irme, pero... ¿estarás bien, verdad?

Asiento, y él me da un beso breve en los labios antes de marcharse. Me quedo allí un instante, todavía sintiendo su calidez, y luego me dirijo a mi oficina para revisar la agenda de Carlos y de George Russell. Al entrar, enciendo la televisión para escuchar los comentarios de la prensa mientras organizo todo.

Poco después, Toto entra a mi oficina y se sienta frente a mí, en una silla junto al escritorio.

—¿Estás bien? —pregunta, cruzando los brazos y apoyándose en el respaldo.

—Sí —respondo, algo sorprendida—. ¿Tú estás bien?

—Pues sí —responde con una media sonrisa, aunque su tono sugiere que hay algo más—. ¿Qué sucede?

—¿Cómo lo soportaste?

Frunzo el ceño, confundida.

—¿A qué te refieres?

Toto se inclina ligeramente hacia adelante, su mirada más seria que nunca.

—Estar lejos de Carlos. De la persona que amas.

La pregunta me toma por sorpresa. Me quedo en silencio, sintiendo cómo se aprieta mi garganta. Su comentario desentierra recuerdos que había intentado dejar atrás.

—No sé si alguna vez lo soporté del todo —admito al final, con un tono bajo.

Mi mirada se pierde en la pantalla de la televisión, aunque ya no presto atención a lo que se dice. Mis dedos juegan nerviosamente con un bolígrafo mientras trato de ordenar mis pensamientos.

—Es complicado, ¿no? —Toto rompe el silencio, con una voz que parece entender más de lo que está diciendo.

—Complicado es quedarse cuando sientes que no perteneces —murmuro, apenas encontrando las palabras—, pero también es complicado irte cuando algo dentro de ti quiere quedarse.

Toto asiente lentamente, como si entendiera exactamente lo que quiero decir.

—La vida en este mundo nunca es sencilla, especialmente cuando amas a alguien que también pertenece a él. —Hace una pausa, estudiándome con detenimiento antes de continuar—. Pero hay algo que siempre he sabido: quienes luchan por estar juntos, pese a todo, suelen encontrar el camino.

Sus palabras me atraviesan de una forma inesperada. Bajo la mirada, sintiendo el peso de su verdad.

—¿Crees que realmente lo intenté? —pregunto en voz baja, casi para mí misma.

—No lo sé, pero quizás la pregunta no es si lo intentaste —responde Toto, con una calma que me desarma—, sino si todavía quieres intentarlo.
El silencio sigue presente, pero ahora pesa más. Toto se lleva una mano a la frente, como si el simple acto de recordar lo agotara aún más. Sus palabras son un eco de algo más profundo, algo que ha estado guardando demasiado tiempo.