Capitulo 4

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Las tardes en el campus tenían un aire distinto últimamente. Claire caminaba hacia su clase de literatura con la mente dividida: por un lado, las palabras y las miradas de Lena rondaban su memoria; por otro, la presencia inquebrantable de Kathryn seguía pesando como una sombra difícil de ignorar.

Lena le resultaba desconcertante. Su compañía era refrescante, desprovista de pretensiones, y aun así, había algo en sus miradas y sonrisas que sugería algo más. Por otro lado, Kathryn despertaba en Claire una intriga distinta, más tensa, como si cada interacción estuviera cargada de un significado que no lograba descifrar.

Entró en el aula más temprano de lo habitual. Apenas había unos cuantos estudiantes, dispersos y absortos. Claire eligió un asiento junto a la ventana, dejando que la cálida luz del atardecer bañara la mesa mientras trataba de concentrarse en sus apuntes. Sin embargo, sus pensamientos se desviaban hacia Lena y la chispa de conexión que había comenzado a surgir entre ellas.

El sonido de la puerta al abrirse captó su atención. Kathryn Mills entró con su habitual elegancia y autoridad, haciendo que el aire pareciera tensarse en el aula. Sin decir una palabra, se dirigió a su escritorio y dejó su abrigo sobre la silla. Claire, incapaz de evitarlo, la observó.

La clase transcurrió en su habitual ritmo metódico, hasta que Kathryn, de pronto, la miró directamente.

—Rousseau, ¿qué opinas sobre la subjetividad del tiempo en la narrativa de Proust? —preguntó con un tono que parecía esperar más que una respuesta superficial.

Claire tragó saliva, consciente de las miradas que se posaban sobre ella.

—Creo que Proust usa el tiempo para explorar la memoria. No lo presenta como algo lineal porque nuestra mente no funciona así. Su narrativa conecta momentos y fragmentos, haciendo que sus personajes se sientan más reales.

Kathryn mantuvo la mirada, evaluándola con cuidado.

—Una interpretación interesante. —dijo finalmente, con un leve asentimiento—. El tiempo, después de todo, es tan flexible como nuestra percepción.

Claire sintió un ligero alivio, pero también una inquietud persistente. Había algo en la forma en que Kathryn la observaba que parecía buscar más de lo que ella decía.

Cuando la clase terminó, Claire se quedó recogiendo sus cosas lentamente. Desde la puerta, notó a Lena esperándola, con una sonrisa tranquila que suavizó la tensión en sus hombros.

—¿Esperándome? —preguntó Claire, intentando sonar despreocupada.

—Quería preguntarte algo. —respondió Lena, acercándose con su característico aire relajado—. ¿Te gustaría tomar un café? Podríamos hablar más sobre la clase... o de lo que sea.

Claire no pudo evitar sonreír, halagada por la invitación.

—Me encantaría.

Antes de que pudieran salir, Kathryn se acercó, interrumpiendo el momento con su presencia firme.

—Rousseau, necesito hablar contigo sobre tu análisis de hoy. Hay algunos puntos que debemos revisar.

Lena, aún junto a la puerta, dio un paso atrás.

—Disculpe, profesora, pero Claire y yo íbamos a... —comenzó a decir, pero Kathryn la cortó con una mirada fría.

—Esto es un asunto académico. No un espacio para charlas sociales. —dijo con un tono cortante.

Lena apretó los labios, visiblemente incómoda, pero mantuvo la compostura.

—Lo siento, profesora. No quería interrumpir. —murmuró antes de dar un paso hacia la salida.

Claire miró a Lena, sintiendo una punzada de culpa.

—Nos vemos después, ¿de acuerdo? —dijo, intentando mantener la conexión intacta.

—Claro. —respondió Lena con una sonrisa débil antes de marcharse.

Kathryn la observó irse sin inmutarse y luego señaló a Claire que se acercara.

—Hablemos de tu análisis. —dijo, directa—. Me preocupa que te estés dejando llevar por interpretaciones demasiado emocionales. La literatura requiere rigor, no sentimentalismos.

Claire alzó la barbilla, determinada a defender su perspectiva.

—Pero, profesora, la emoción es parte fundamental de la literatura. Proust mismo explora la memoria desde su propia subjetividad.

Kathryn mantuvo su expresión impasible, pero sus ojos parecieron estudiar cada palabra de Claire.

—Rousseau, el análisis objetivo es lo que distingue a un buen escritor. Reflexiona sobre esto antes de entregar tu ensayo.

Claire asintió, aunque sintió un sabor amargo al salir del aula. En el pasillo, encontró a Lena esperándola.

—Lo siento por lo de antes. —dijo Claire, sintiendo el peso del encuentro con Kathryn.

—No tienes que disculparte. Pero no me gusta cómo te trató. Podría haber sido más amable. —respondió Lena con los brazos cruzados, su descontento evidente.

Claire asintió, agradeciendo el apoyo implícito en sus palabras.

—¿Quieres que hablemos de eso en el café? —preguntó Lena, con una leve sonrisa que logró aliviar el malestar de Claire.

—Sí, vamos.

Mientras caminaban hacia la cafetería, Claire sintió que el día, a pesar de las tensiones, terminaba en una nota más ligera. Lena tenía una forma de hacer que todo pareciera más sencillo, y Claire no podía evitar sentirse agradecida por ello.

GUILTY AS SIN?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora