Ramón Ulloa paseaba tranquílamente por las calles de Madrid dirección al hospital. Se notaba el ambiente navideño por todas partes. Las calles estaban perfectamente decoradas y limpias, las tiendas lucían sus mejores galas e incluso la gente vestía con su mejor sonrisa. Mañana era el día de Reyes, todo el mundo estaba radiante.
Dudó si entrar o no en una cafetería para almorzar, pero el recuerdo del sabor a píes del café que servían en el hospital, acabó por convencerle.
Tras pedir unos pasteles y un café sólo bien cargado, repasó qué debería decirle a Raimundo cuando despertara. Finalmente, el doctor que aceptó retrasar la recuperación de Raimundo, optó por que lo mejor sería administrarle una sustancia tóxica que lo dejara inconsciente durante varios días.
Era lo más eficiente y, lo mejor de todo, no dejaba rastro. Por lo tanto, Raimundo creería que había estado en coma unos días, fruto de un hematoma en la cabeza debido a los golpes que le asistieron.
Según los cálculos que había estimado, hoy mismo despertaría y, tras dos días de recuperación, le darían el alta. Más un día de viaje hasta Puente Viejo. No llegarían antes del día 9, tres días después de la boda de Francisca.
Perfecto. Tenía todo bajo control. Bebió de un trago el café que le quedaba y se marchó hacía el hospital.
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- Raimundo, Raimundo, ¿me oyes? - Le preguntó el doctor.
- ¿Dó-Dónde estoy?
- Hijo, sigues en el hospital ¿lo recuerdas? - Al ver a Raimundo tan débil se sintió culpable. Había drogado a su propio hijo para alejarle definitivamente de la mujer a la que amaba. Por primera vez en su vida, se sintió un monstruo. Pero el fin siempre justifica los medios.
- Sí... ¿Cuánto tiempo llevo dormido? Siento los huesos engarrotados.
- Raimundo, has entrado en coma debido a un hematoma en el lateral derecho de la cabeza. Pero tranquilo, tras las pruebas que te hemos hecho, ha desaparecido. No vas a tener secuela alguna.
Raimundo respiró profundamente. No podía morirse sin aclarar las cosas con Francisca.
- ¿Y qué día es hoy?
- 5 de enero. Ahora procura descansar y no realizar ningún esfuerzo. La fractura de la rodilla se está curando a pasos agigantados y del esguince en el brazo no queda nada.
- Entonces deme el alta ya.
Su padre y el doctor rieron ante tal ocurrencia.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...