Habían pasado dos semanas de su primer encuentro con Salvador. Desde entonces se habían vuelto a citar en varias ocasiones en las que habían mantenido alguna relación sexual más.
Estaba destrozada. Los encuentros con Salvador le rompían el alma, se sentía una traídora por yacer con otro hombre que no fuera Raimundo. Su Raimundo. A cada día que pasaba sentía que le amaba más si cabía y que, junto a ese amor, comenzaba a nacer un odio hacía él por lo que tenía que soportar por su abandono.
Había quedado con Pablo esa misma tarde para hacerse una revisión. Según sus cálculos se había quedado embarazada la última vez que yacieron. ¡Qué cruel era el destino! El mismo día que descubrió el engaño del amor de su vida, este la había dejado embarazada.
Cuando supo que estaba en estado, no supo qué hacer. Por un instante pensó en abortar, pero rápidamente desechó esa idea de la cabeza. Siempre había soñado con tener un hijo suyo y de Raimundo, habían hablado de ello en numerosas ocasiones en las que él le decía que desearía tener una niña con el cabello rizado y oscuro. Como ella.
Sonrió. No pudo evitarlo. Sabía que todo lo vivido con él era mentira pero, aún así, eran los mejores momentos de su vida.
En ese momento Pablo despidió a una paciente recomendándole un último consejo.
- Buenos días Francisca, ¿cómo te encuentras?
Pablo sabía de la ruptura de Raimundo con Francisca. Al principio, como todos los que les conocían, no pudo creérselo. Al conocer que estaba embarazada, él supuso que el padre sería Raimundo, pero cuando se lo afirmó, ella lo negó rotundamente.
- Bueno, me encuentro bien. Sigo con vómitos tal y como me preveniste.
- Es normal Francisca, apenas llevas unas semanas de embarazo. Por favor, túmbate en la camilla, voy a examinarte.
Tras varios minutos examinándola, Pablo le explicó que el embarazo progresava adecuadamente.
- Francisca, no quiero meterme donde no me llaman pero, deberías contárselo al padre de la criatura. Y a tu padre también.
- Gracias Pablo, no te preocupes, hoy mismo lo sabrán ambos. Pablo, ¿puedo pedirte un favor?
- Claro, dime.
- Necesitaría que me hicieras un informe médico detallando mi estado, pero redactando que estoy embarazada... de sólo dos semanas.
- Francisca, ¿cómo me pides eso? No puedo hacerlo, lo lamento.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...