Tras ponerle una conferencia a su padre y explicarle que ya le habían dado el alta, le mintió diciendole que iba a cenar con Don Anselmo, al que previamente ya había avisado para que le cubriera.
Salió de casa y se dirigió al establo para coger su mejor caballo y se dirigió a la Casona.
Francisca aprovechó la marcha de Raimundo para arreglarse. Se cambió el vestido, se hizo un semi-recogido, se pintó los labios color rojo pasión y se puso los tacones más cómodos que tenía.
Entró por la puerta del servicio, tal y como le habían indicado. Don Enrique había dado la noche libre al resto de sirvientas, así que en la casa sólo estaban ellos y Leonor.
Allí en la cocina estaba Leonor, enfangada con la cena. Raimundo no pudo sino sonreir al verla y le ofreció ayuda. A pesar de que ella se negara, el se sentó en la mesa y de puso a pelar patatas y otras verduras.
- Señorito, ¿a usted le parece que tiene que estar aquí ayudándome?
- Lo hago de mil amores Leonor. Además, por mi culpa debes bregar con esto sóla.
- Como quiera, permítame decirle que es usted tan cabezón como Francisca.
- ¿Y tan guapo como ella? ¿O eso ya es mucho decir?
Leonor se rió. Adoraba a ese muchacho. Era tan hornado, humilde y bueno que la había ganado desde mozuelo.
Don Enrique subió a avisar a Francisca de que Raimundo había llegado, pues le había oído hablar con Leonor en la cocina. Cuando vió a Francisca tan sonriente y feliz, no pudo más alegrarse.
- Estas preciosa hija.
- Gracias padre. Y no sólo por el cumplido, usted ya me entiende. Después de haberle decepcionado como lo he hecho, que aún me siga ayudando me parece un milagro.
- Francisca, soy tu padre. Y solo quiero lo mejor para tí. Y lo mejor es Raimundo.
Francisca le abrazó. Adoraba a su padre y se sentía muy afortunada por poder contar con él siempre.
- Por cierto, el susodicho ha llegado. Está en la cocina junto a Leonor.
Francisca se separó de su padre, se miró por última vez al espejo, le cogió de la mano y se dispuso a bajar junto a él.
Raimundo seguía pelando las patatas, para desgracia de Leonor. Se había empeñado en ayudarle y ella sufría por las pobres patatas.
ESTÁS LEYENDO
Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...