Acababa de llegar a las afueras de Puente Viejo. Había estado cabalgando toda la noche tras la nota que le había llevado José Castañeda y se encontraba totalmente desconcertado.
"Raimundo,
Te ruego que vuelvas a Puente Viejo de inmediato. Ha sucedido algo de vital importancia y es menester que regreses junto a José, al que le confío esta nota, al lugar que él te indique.Atte: Enrique Montenegro."
El hecho de que haya sido Don Enrique y no Francisca quien haya redactado la nota, le aterraba. Miles de negros pensamientos se habían adueñado de él. Temía por la salud de Francisca, por si ese malnacido de Salvador le había hecho daño. O por si le había sucedido algo relacionado con su embarazo.
Antes de marchar hacia Puente Viejo, Raimundo dejó una nota a Natalia y Zacarias, advirtiéndoles de que debía partir. Les pidió que tuvieran todo preparado por si regresaba con Francisca.
Desde el enfentramiento abierto con Salvador, éste no había aparecido por casa. Francisca, Don Enrique y Leonor, a la cual ya habían puesto al tanto de lo acontecido, se encontraban en el cobertizo donde le habían dicho a José que debían reunirse con Raimundo.
Junto a ellos estaba una pequeña maleta con lo más necesario para afrontar la partida de Francisca, así como una importante cantidad de dinero que que Don Enrique le había entregado.
De pronto escucharon el trote de un caballo llegar y vieron la figura de un hombre. La escasa luz no les permitía distinguir de quien se trataba, así que permanecieron en silencio hasta que la puerta del cobertizo se abrió.
- Vaya, vaya, vaya. Una reunión clandestina de toda la familia y no se me ha avisado. - Se lamentó irónico Salvador. El cual, cuando terminó la reunión en el despacho fingió irse de la Casona para mantenerse oculto en el jardín y así poder advertir todos y cada uno de los movimientos de los Montenegro.
Tanto Francisca como su padre y Leonor permanecieron callados y quietos. Era más que evidente que Francisca tenía previsto partir de Puente Viejo junto a Raimundo.
- Veo que aún no ha llegado el protagonista de la historia. Pero presupongo que debe estar al caer. - Dijo Salvador mientras permanecía quieto en el marco de la puerta, evitando así que alguno de ellos tuviera la ocurrencia de salir de allí.
- Salvador, por lo que más quieras, déjala marchar. - Suplicó Don Enrique. - Ten por seguro que toda mi fortuna es ya tuya. Podrás hacer con ella lo que gustes.
- Suena realmente tentador. Pero no. De igual modo voy a disfrutar de esa fortuna y qué mejor que disfrutarla junto a mi querida esposa y a mi futuro hijo. - Cierto era que no amaba a Francisca. Pero sentía un deseo por ella que no había experimentado con ninguna otra mujer y eso, junto al odio que sentía por el desgraciado del Ulloa, no hacía más que incrementar el deseo de saberla suya por siempre. - Francisca, escúchame bien porque no te lo voy a repetir dos veces. Te he dado la oportunidad de ser una buena esposa y la has rechazado. Así que ahora atente a las consecuéncias. - La amenazó mientras que, con un rápido movimiento, sacó una pistola y rodeó a Don Enrique tirándolo al suelo y apuntándole en la sien.
- ¡Por favor Salvador tente! - Le suplicó Francisca sin poder ya controlar sus lágrimas. - No le hagas daño, haré todo lo que me pidas, pero por favor, suéltale.
- Muy bien. Así me gusta, que te muestres solícita y razones. - Sonrió sin dejar de apuntar a Don Enrique. - Quiero que cuando llegue Raimundo le humilles y desprecies. Quiero que le dejes bien claro que tú futuro está junto a mí. Quiero que se vaya de aquí con el rabo entre las piernas y el corazón roto en mil pedazos. Y, escúchame bien, más te vale que no intentes advertirle de nada o te juro que le dispararé a él y luego a tu padre y a la criada. ¿Lo has entendido?
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...