Hacía bastante frío. El cielo estaba despejado y la luna llena. Una noche preciosa. Raimundo iba camino a casa, no podía evitar sentirse feliz. El parto había salido bien y Francisca quería contarle algo. ¿Qué más se podía pedir?
No dejaba de darle vueltas a qué le iba a contar Francisca. Maldito Salvador, murmuró. Habían estado a punto de poner todas las cartas sobre la mesa, bueno, propiamente hablando, él las había puesto. Faltaba ella.
Sin darse cuenta ya había llegado a casa, hoy no iba a necesitar beber para conciliar el sueño: el cansancio y la esperanza de poder recuperar a Francisca se encargarían de ello.
El aroma de Raimundo la seguía embriagando, ahora entendía muchas cosas, cierto es que aún debía explicarle otras tantas, pero ahora sabía que la amaba y, por el momento, eso era más que suficiente.
Abrió la puerta que comunicaba las cocinas con la entrada, allí estaba Salvador vociferando sin cesar.
- ¿Por qué has tardado tanto?
- Estaba tomándome un caldo, ha sido una noche muy larga y necesitaba tomar algo.
- Pues espero que hayas repuesto fuerzas... - Dijo con el tono de voz que Francisca tanto temía.
- No Salvador, hoy no. - Sentenció ella. - Estoy agotada y tanto el bebé como yo necesitamos descansar.
- Francisca, se te olvida que es tu obligación.
- Salvador, por Dios, el parto ha durado horas y he estado todo el tiempo ayudando a Raimundo y...
Salvador no la dejó continuar, la cogió del brazo con fuerza tirándola hacia él.
- ¡Habértelo pensado antes! Tu obligación es yacer conmigo ¡no ayidar a ese médico de mierda!
- ¡Tente Salvador, me estas haciendo daño! Rosario y José se han quedado aquí esta noche, ¡no voy a permitir que montes el numerito hoy también!. - Le dijo mientras se soltaba de su agarre.
- Vaya, ahora nuestra casa es un hostal...
- ¿Nuestra casa? En todo caso querrás decir MI casa. - Dijo mientras subía las escaleras. - Así que cuando te relajes, si te da la gana, subes a dormir.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...