¿Con su marido? ¿Qué? No. Eso no era posible. De seguro que había escuchado mal.
- ¿Cómo ha dicho, Señor? - Preguntó mientras el corazón le latía a un ritmo desorbitado.
- Como oyes. Mi hija se casó hace tres días con Salvador Castro. Aunque debería darte igual ¿no?
Raimundo empalideció. No había escuchado mal. Francisca se había casado con Salvador. Se sintió desfallecer, le temblaban las piernas. La había perdido. Había llegado tarde.
- Raimundo, ¿te encuentras bien? - Preguntó Leonor mientras le ayudaba a sentarse.
- ¿Por qué? ¿Por qué lo ha hecho? - Preguntó desesperado Raimundo con lágrimas en los ojos. - He llegado tarde ¡maldita sea! - Y un grito desgarrador salió de su garganta.
Don Enrique y Leonor estaban desconcertados. ¿Por qué se ponía así Raimundo? ¡Había sido él quién la había dejado! Esto no tenía ningún sentido.
- Raimundo, ¿qué ha sucedido? - Preguntó Leonor mientras le acariciaba la cabeza para tratar de relajarlo. Ella le conocía bien y sabía que el dolor que estaba sintiendo ahora mismo era enorme. El mismo que había sentido Francisca semanas atrás. - Cuéntanos la verdad. Creo que no merecemos otra cosa.
Raimundo no sabía que hacer. ¿Qué sentido tenía su vida ahora si Francisca amaba a otro? Así que decidió contarles la verdad, al menos a ellos.
- Mi padre me amenazó con... Con matar a Francisca si no rompía mi compromiso con ella y me casaba con Natalia. - Tragó aire y continuó. - Yo sólo quería protegerla. - El llanto no le permitía hablar. - La quiero, no he dejado de quererla ni un sólo día. - No pudo soportarlo más. No podía estar en esa casa más tiempo. Se sentía ahogado. Vacío. Así que se levantó y, tan rápido como le permitía su pierna aún maltrecha, se fué.
Ni Leonor ni Enrique trataron de detenerle. Estaban aturdidos, sabían que Raimundo no mentía y que eso explicaba su comportamiento con Francisca. Ambos pensaron en ella ¿cómo afrontaría esta nueva situación?
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Francisca se había casado. ¿Tan poco le quería que ya estaba con otro? ¿Tan corto era el amor que ella le profesaba? Raimundo no podía creérselo. ¿Cómo había sido capaz de olvidarle y rehacer su vida con otro en apenas un mes y pico? Y mientras él sufriendo por el dolor que ella pudiera sentir. ¡Qué estúpido había sido!
Raimundo seguía caminando sin rumbo por los alrededores de Puente Viejo cuando de pronto vió a su amigo Anselmo.
- Raimundo, ¡qué bueno verte por aquí! ¿Has venido con tu esposa? - Le preguntó mientras le abrazaba.
No pudo contenerse y rompió a llorar. Anselmo no esperaba por nada del mundo esa reacción y decidió no preguntarle nada hasta que se calmara. Una vez lo hizo, le contó todo. De principio a fin.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...