Hacía más de tres días que no veía a Francisca. Sabía que el plan requería ese sacrificio, pero tenerla tan cerca y no poder verla, le destrozaba. Y más si la sabía en manos de Salvador.
Aunque no lo habían comentado, por lo incómodo del asunto, sabía que Francisca tenía que actuar como la perfecta esposa, dispuesta a salvar su relación con su marido y, para ello, debería besarle, acariciarle, amarle... Solo de pensarlo le ardía el alma.
Leonor le había contado que el primer paso del plan había salido tal y como esperaban: Francisca había sacado a Salvador de la cárcel, le había explicado que entre él y ella no había nada y Salvador parecía creérla.
Raimundo terminó de desayunar agitando de un trago el café y, cuando iba a recoger su maletín para marcharse a trabajar, Don Ramón entró en el comedor bufando.
- ¡Maldita Montenegro!
- ¿Qué ocurre padre?
- Francisca ha cambiado su declaración y han soltado a Salvador. Esa niña miente más que habla.
- Padre, es normal. - Trató de calmarlo Raimundo. - Es su marido y querrá tenerlo a su lado.
- ¿Entonces te parece bien? - Dijo Ramón sin comprender la actitud de su hijo.
- No, claro que no. Por mi ese desgraciado podría pudrirse en la cárcel. Pero entiendo el proceder de Francisca, es su mujer y ha hecho lo que cualquiera haría, nada extraño en eso. - Dijo Raimundo con un tono sereno, tratando de demostrar indiferencia.
- Entonces, hijo. - Preguntó Ramón con toda la delicadeza que pudo. - ¿No te importa que Francisca haya sacado a Salvador de la cárcel?
- Claro que me importa, pero no por lo que usted piensa, sino por mi seguridad. Estoy convencido de que ese malnacido vendrá a por mí.
- ¿Sólo por eso?
- Padre, sé por donde quiere ir usted. Lo que había entre Francisca y yo usted se encargó de romperlo. - Le espetó mirándole a los ojos. - Y ella ha rehecho su vida con otro hombre, está casada y embarazada. Tanto que decía quererme... Y a la primera de cambio se encama con otro.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...