FRANCISCA XII

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- Pero niña ¿qué tienes? ¿qué te ha pasado? - Preguntó Leonor alarmada al ver a Francisca acurrucada en la cama con la cara ensangrentada y llorando.

Francisca temblaba. De miedo. De dolor. Pero sobretodo temblaba pensando en qué le habría hecho la bestia de Salvador a Raimundo. Tenía que contarles la verdad a Leonor y a su padre. Tenía que proteger a Raimundo.

- Leonor... Por favor... Avisa a mi padre. - Dijo con un hilo de voz.

Leonor no le hizo ninguna pregunta y salió corriendo de la alcoba para avisar a don Enrique. Este se encontraba en el despacho trabajando y subió junto a Leonor a la alcoba de su hija.

Francisca, durante esos breves minutos que estuvo sola, procuró acomodarse en la cama y limpiarse la sangre que cubría su rostro.

- ¿Qué demonios ha ocurrido? ¿Estás bien? ¿Y el bebé? - Enrique estaba alterado. Esto sólo se lo había podido hacer Salvador, pues había sido el último en estar con ella. - ¿Dónde está Salvador?

- Padre, el niño y yo estamos bien. Pero Raimundo de seguro que no. Tiene que ayudarle por Dios. - Dijo Francisca con lágrimas en los ojos. - Mande una cuadrilla al recodo del río, donde empieza el bosque de pinos. Tienen que buscarle por allí y que no paren hasta encontrarle. Y una vez lo hayan encontrado, que lo lleven al hospital de la Puebla.

- ¿Raimundo? ¿Qué le ha sucedido? - Pregunto Don Enrique algo desconcertado.

- Padre, por favor. No hay tiempo que perder. Mande una cuadrilla donde le he dicho y luego suba y le explicaré todo. Se lo juro. Puede que... - Francisca no podía hablar por el dolor que le inundaba todo el cuerpo. Y toda el alma. - Puede que Raimundo esté muy malherido o... O muerto.

Las lágrimas comenzaron a descender por su rostro, mezclándose con la sangre que aún quedaba en el. Don Enrique le dijo a Leonor que se quedara allí con ella y bajó raudo a cumplir con lo que le había dicho Francisca.

Mientras tanto Leonor trató de consolar a Francisca. La abrazó, la cubrió de besos y le limpió las heridas. Al cabo de unos pocos minutos, Don Enrique entró en la alcoba, y se sentó al lado de su hija dispuesto a saber que había ocurrido.

- Dos patrullas, de una docena de hombres cada una van en búsqueda de Raimundo. Se han llevado caballos y la calesa, así como demás materiales por si acaso. Además, he llamado al hospital de la Puebla para que tengan todo preparado.

Raimundo y FranciscaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora