Se sentía en el séptimo cielo. Entre sus brazos estaba la mujer que amaba, su tranquila respiración le confirmaba que había caído rendida. Procuró taparla con la sábana, sin hacer ningún movimiento brusco para no despertarla.
No podía dejar de contemplarla, era preciosa. Recordó la última vez que la había tenido entre sus brazos. Aquella maldita noche en la que decidió marchar de su lado para protegerla. A pesar de que Francisca ya le había perdonado por aquello, él era incapaz de perdonarse.
Francisca fue despertándose poco a poco, hacía demasiado tiempo que no se sentía tan feliz y relajada. Se giró lentamente para poder ver el rostro de Raimundo. Y allí estaba él, mirándole cargado de amor y dándole un cálido beso en la frente.- Por fín ha despertado mi bella durmiente. ¿Has podido descansar, amor?
- Hacía mucho tiempo que no dormía tan agusto. - Contestó Francisca sonriendo. - Será que como en tus brazos no hay otro lugar. - Y acompañó estas últimas palabras mientras se incorporaba para poder besar a Raimundo.
Se dedicaron numerosos besos y caricias, no les importaba nadie ni nada más durante esos instantes. Se sentían plenos.
Raimundo aprovechó la ocasión para referirle todo lo acontecido en el viaje. Desde su reencuentro con Natalia y Zacarias hasta la nueva casita que teneian.
- Es preciosa Francisca. Tiene un jardín enorme y media docena de habitaciones. Le he dicho a Natalia que vaya decorándola como pueda con el dinero que le he dejado. Ya verás como te llevarás muy bien con ellos. - Dijo Raimundo cargado de ilusión.
- No veo el momento de instalarnos allí. Si es la mitad de bonita de lo que cuentas, será un palacio. - Afirmó Francisca contagiada por la ilusión de Raimundo.
- Yo solo espero que te guste y... Si no es así... Pues ya miraremos otra casa. Sólo quiero que seas feliz. - Dijo algo preocupado Raimundo por si finalmente la casa no era del agrado de Francisca.
- Raimundo. - Pronunció Francisca tras notar la preocupación de él. - Cualquier lugar será mi hogar si estás a mi lado. Además, Doctor Ulloa, usted siempre ha tenido buen gusto, sino no se hubiera fijado en mi. - Chanceó Francisca.
Tras conversar durante unos minutos más, Raimundo aprovechó para examinarla y certificar que el embarazo transcurría con normalidad.
Ambos se vistieron y decidieron bajar al comedor para contarle la buena nueva a Don Enrique y Leonor, los cuáles ya debían estar preocupados por el largo tiempo que habían pasado encerrados en la alcoba de Francisca.
- Padre, ¿dónde está Leonor? Nos gustaría hablar con ambos si no tienen inconveniente. - Preguntó Francisca, acompañada por Raimundo, tras abrir la puerta del despacho donde se encontraba Don Enrique.
- Vaya, ya estaba a punto de tirar la puerta. Veo que el reconocimiento ha ido más que bien, ¿no?
- Don Enrique, después de dos horas examinándo a su hija como es debido, puedo afirmarle que su nieto está perfectamente.
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Raimundo y Francisca
RomanceRaimundo, con 24 años, acaba de terminar la carrera de Medicina y ha vuelto a Puente Viejo para quedarse. Francisca, de 22, se dedica a administrar sus tierras junto a su padre, Enrique Montenegro. Ambos se conocen desde niños y la amistad inicial s...