PRAGA

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Desierto del Sahara.
Argelia.
Día 9,   21:08 hrs.     


—¿Qué es eso? —Kai preguntó, al ver que a lo lejos se formaba una extraña nube. Todos centraron su mirada en la dirección que el moreno señalaba.

Llevaban alrededor de cuatro horas esperando a los demás guardianes, ya había oscurecido y la temperatura había bajado considerablemente. Algo curioso fue que Yeol había despertado demasiado confundido como para recordar qué o quién lo había puesto a dormir en primer lugar. Aún así, la angustia volvió en algún momento; el guardián del fuego iba de un lado a otro de forma ansiosa, quería irse ya de ahí, ese lugar sin la luz del sol le recordaba mucho a su hogar y lo hacía sentirse aún más lejos de Baek, de corazón esperaba que su compañero estuviera en condiciones de generarse su propio calor. Las llamas que Yeol había creado estaban suspendidas a solo unos centímetros sobre la arena, pero a simple vista parecía una fogata normal, de no ser porque seguía los movimientos de Yeol quien, no dejaba de caminar de un lado a otro en un radio de diez metros.  Ninguno tenía idea de lo distanciados que podrían estar de los otros nueve guardianes e Iván, estaban bastante preocupados por lo que podría haberle sucedido a alguno de ellos y las dudas sobre como debían proceder no paraban de surgir. ¿Cuánto tardarían en llegar? ¿Llegarían? ¿Deberían ir a buscarlos?


* * *


Como si el amo del viento estuviera acercándose, el aire se removía cada vez con más fuerza sobre ellos, levantando buenas capas de polvo y arena, haciendo que el fuego de Yeol bailara enloquecido de un lado a otro. La fuerza del viento parecía avanzar hacia ellos, pero no se veía muy natural. Al principio, el viento parecía no tener dirección y chocaba entre sí creando pequeños remolinos, muy parecidos a tornados, pero la escala era mucho menor, un par de horas después, y conforme se acercaba a los guardianes, el viento empezó a tomar una sola dirección y su intensidad aumentó astronómicamente. Si seguía creciendo, la nube de polvo no tardaría mucho en avanzar por el océano y cruzar al territorio del nuevo mundo.

Un helicóptero apareció como de la nada, con la nube de arena no había mucho que alcanzaran a ver o escuchar. Por un segundo se permitieron tener ilusión y pensar que eran los demás guardianes los que venían a su encuentro. Pero el helicóptero estaba demasiado alto para ser de algún tipo de ayuda. Los guardianes no eran más que un blanco fácil en la inmensidad del desierto.

La primera de las cajitas explosivas aterrizó a solo un metro de Dyo quien, en su ignorancia, se acercó un poco a ella para ver qué era. Esta explotó sin muchas contemplaciones y el instinto hizo bien su trabajo pues Dyo ya había creado un gran campo de fuerza que lanzó a los tres guardianes de espaldas al menos trescientos metros al sur de donde estaban. El golpe de sus cuerpos humanos les impidió el movimiento por un minuto, en el que no pudieron hacer más que quedarse en el suelo, intentando volver a respirar. Con los campos de fuerza y la explosión, la nube de arena había multiplicado su densidad y era casi imposible ver algo a través de ella. 

Cuando la nube se asentó un poco, Dyo entrecerró sus ojos y pudo divisar una figura, probablemente de un hombre, que les apuntaba con algo desde un costado del helicóptero. El guardián enfureció, aunque no gradualmente como una persona suele enojarse. Ese único hecho que gritaba "traición" por parte de la humanidad, bastó para que el guardián de la fuerza perdiera su razón. Sus ojos se tornaron de un color violeta oscuro, mortal. Levantó sus manos y el suelo, a pesar de ser terreno inestable, se estremeció, trayendo sonidos como de truenos provenientes de alguna parte muy por debajo de sus pies. Una mezcla de viento con polvo, arena, piedras e incluso algo parecido a los rayos volaron como dardos gigantes en dirección al mecanismo volador que no tuvo una mínima esperanza de escapar. Detonó en el aire, esparciendo ahí los restos humanos y de metal calcinado.

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora