CURA

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Afueras de Berlín.
Alemania.
Día 18,   12:20 hrs.


—¿Por qué siempre tienes frío? —Yeol preguntó con preocupación —Yo pensé que tú generabas tu propio calor. 

—Yo lo hacía, pero ya no puedo... 

Baek respondió, con los escalofríos recorriéndole el cuerpo y haciéndolo temblar perceptiblemente . Yeol pasó un brazo sobre los hombros del guardián de la luz para darle calor.

—¿Crees que haya algo mal con tu poder? 

Baek se veía pensativo, pero al final negó.

Yeol dejó que pequeñas llamas se elevaran sobre su palma extendida y Baek las analizó con detenimiento. Acercó sus manos a las llamas y estas se movieron en la misma dirección que su mano, pudo sentir que su cuerpo absorbía el calor del fuego. Pero luego de un segundo, se dio cuenta de que estaba robando la vida de las llamas, que se hacían cada vez más pequeñas hasta que se consumieron. Yeol levantó su mirada ceñuda hasta los ojos del guardián de la luz, había un destello ambarino en la mirada de este último.

—¿Cómo has hecho eso?

—No lo sé, solo quería sentir su calor. Perdón.

Yeol no había esperado una disculpa, de hecho, su punto era la posibilidad de que alguien más pudiera controlar las llamas que él creaba pero no podía controlar completamente << extinguir su calor, su potencia >>. 

Los guardianes del fuego y la luz seguían escondidos en la misma casa en venta en las afueras de Berlín, ninguno quería irse hasta que se vieran en la obligación de hacerlo, especialmente porque Baek se ponía cada día más frío y porque Yeol perdía cada día un poco más el control sobre las llamas que creaba. Haciendo un rápido inventario; habían perdido dos sofás, una cama, dos armarios una alfombra y la mayoría de las sabanas. 


* * *


Seul, Corea del Sur.


Suho sabía cuál era el problema, no cuál era la solución. Intentó todo lo que se le ocurrió pero nada parecía llegarle a su compañero.

Distraídamente, Suho rompió un vaso que intentaba lavar y cortó su mano con los fragmentos del cristal. La sangre cayó al lavaplatos y se mezcló con el agua, mientras presionaba su mano herida. 

Lay apoyó su barbilla en el hombro de Suho, que era unos centímetros más bajo. El sanador tomó la mano lastimada entre sus dedos y la levantó, examinó el corte y —para sorpresa de Suho— lo besó. 

El beso en su dedo fue la cura instantánea para la herida. Suho se quedó ahí, inmóvil, como una estatua, viendo los bellos rasgos en el rostro serio de Lay.

<< Sanar >>

Suho se pasó toda la tarde colgado del teléfono pero Lay, sumido en su depresión, no se dio cuenta. 

La mañana siguiente, el guardián del agua despertó temprano al sanador y lo llevó en un auto << ¿En dónde había aprendido el guardián líder a conducir?>> y lo condujo a un lugar inesperado: un hospital. Al entrar, Suho habló con una recepcionista y la mujer les explicó cómo llegar. Antes de traspasar las puertas bajo el letrero que anunciaba PEDIATRÍA, Lay se detuvo.

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora