ESPECIAL VI: FUEGO Y LUZ

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Bangkok, Tailandia.
Día 43,  19:04  hrs


Yeol intentaba encender el fuego en la estufa para calentar la comida de Baek. Pero al parecer había un problema con los cerillos. 

Baek acababa de despertar, ahora lo hacía con más frecuencia, por eso ya no estaba conectado al suero. En ese momento se encontraba sentado en la barra de la cocina, observando con ojo crítico los movimientos de su compañero. Imaginaba que Chen o Xiumin se habían encargado de preparar los alimentos hasta el día de hoy ya que Yeol se veía bastante torpe.

—¿Sucede algo malo? —preguntó el guardián de la luz, balanceando sus pies hacia atrás y hacia adelante.

—No. Es solo que los malditos fósforos son tan pequeños y frágiles —gruñó Yeol con disgusto.

Baek se bajó de la isla ubicada en medio de la cocina y se acercó a su compañero para echar un vistazo. No pudo evitar sonreír al ver como el décimo cerillo se partía en lugar de encenderse.

—Es porque tus manos son enormes. Además, lo haces con demasiada fuerza, por eso la mitad del cerillo se quiebra y sale volando.

Baek le arrebató los cerillos con sus manos de dedos finos y encendió las llamas con facilidad. Luego de encender la estufa regresó a su antigua posición sobre la barra para continuar observándolo. Ambos retomaron la conversación olvidada por los cerillos.

Yeol puso una de las ollas sobre el fuego y luego se giró hacia Baek, que hablaba mucho más, aunque aún habían muchos momentos de silencio en los que él tenía que esperar pacientemente. Baek no había dicho a nadie qué había sucedido en el lugar en dónde le habían hecho todas las marcas que tenía en sus brazos. Insistía en que no lo recordaba, en que probablemente estuvo dormido todo el tiempo. Yeol tenía la certeza de que eso no era verdad. Suponía que su silencio era una especie de reacción a un suceso traumatizante. Xiumin decía que era mejor dejarlo tranquilo, que hablaría cuando estuviera listo, pero a Yeol le molestaba no saber. Aunque por otro lado estaba muy feliz de verlo recuperarse y sonreír un poco más, aunque fuera un proceso frustrantemente lento para alguien con tan poca paciencia como él.

 Le dio la espalda y se concentró en remover la comida mientras Baek seguía hablando animadamente sobre el lugar al que Chen y Xiumin se habían ido de compras, diciendo que ansiaba poder ir también. Cuando el guardián del fuego se giró de nuevo hacia su compañero, este había guardado silencio y miraba un punto fijo en la pared a un costado. Se acercó a él y lo hizo girar el rostro para que lo mirara. No quería que se fuera de nuevo a su mundo silencioso. Baek lo miró con ojos tristes y Yeol se encontró sosteniendo el bonito rostro con ambas manos. No pudo evitarlo, su instinto lo empujó a hacerlo, a inclinarse sobre él para besar sus labios. 

A Baek le sorprendió tanto, que no pudo hacer más que abrir sus ojos como platos. Desde el día en que Chen los había interrumpido, no habían vuelto a besarse.

—¿A qué se debió eso? —preguntó, acariciándose los labios con los dedos.

No te vayas, Baek —la voz de Yeol se perdió en un suspiro. Miró a su compañero fijamente, analizando cada detalle de su atractivo rostro que ya conocía a la perfección. Seguían estando tan cerca que sus alientos chocaban. O lo hubieran hecho si Baek no hubiera estado conteniendo la respiración.

Yeol se separó un poco para apagar el fuego de la cocina, sintiendo que las llamaradas se encendían en su interior. Se acercó de nuevo a Baek y puso las manos en sus caderas, inclinándose sobre él para darle un pequeño beso en el labio superior, justo en donde tenía aquel pequeño lunar en el contorno derecho. Soltó bruscamente el aire que estaba atrapado en sus pulmones y se precipitó de nuevo hacia la pequeña boca, abordando sus labios totalmente, como deseaba hacer cada vez que lo veía despertar.

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